El presidente de Frigorífico Gorina, Carlos Riusech, sostuvo que la pandemia “trajo incertidumbre y mucha volatilidad al sector”. Estimó además que a pesar del impacto del coronavirus, Argentina va a repetir la exportación de carnes del año pasado, que alcanzó a 840.000 toneladas, marcando un récord absoluto.

En diálogo con Ser Industria Radio, quien conduce una de las empresas líderes en exportación de carne argentina, destacó la importancia de contar con TecPlata para enviar sus productos al mercado asiático y recordó que en 2019 China representó el 75% de la demanda externa.

¿Cómo puede resumir los orígenes de la empresa?

Mi abuelo era carnicero. Nació en Palma de Mallorca y desde allí vino a Argentina. Mi padre comenzó con la distribución local, la faena de animales para el mercado doméstico y luego con mi hermano le dimos una impronta exportadora a la empresa. En 1999 incorporamos la planta industrial en La Plata y gracias a su desarrollo pudimos exportar y estar presentes en los mercados del mundo. Nuestra empresa emplea cerca de 1000 personas, está habilitada para exportar a todos los destinos autorizados para Argentina, entre ellos la Unión Europea, Estados Unidos, Israel, Chile, países árabes, China, Rusia. Al mismo tiempo tenemos diferentes líneas de atención al mercado doméstico, básicamente supermercados y grandes industrias.

Detrás de esta trayectoria debe haber un gran esfuerzo ya que la economía nacional atravesó diversas crisis…

Hemos enfrentado diferentes momentos, muchos cambios, porque esta es una industria muy sujeta a lo que pasa en el mundo. Podemos arrancar con la aftosa, la limitación de las exportaciones a partir del 2006, el colapso de 2008 que tuvo incidencia sobre todos los commodities… en 2014 hubo un cambio fundamental en el comercio de carnes. Lo menciono porque rige hasta nuestros días. En ese momento el mercado de volumen para las carnes argentinas lo constituía era el ruso y en 2014 se produce el síndrome del petróleo cuyo precio todavía está bajo. Eso llevó a la devaluación del rublo y Rusia perdió peso en cuanto a la importancia de los volúmenes, pero tuvimos la suerte o la fortuna que en esos momentos se incorporó como un actor muy importante China, en lo que se refiere a la importación de productos alimenticios y carnes específicamente. 

¿El hecho de ser una empresa familiar implica mayor compromiso y amor propio para enfrentar esos problemas?

Creo que lo primero es la pasión que uno pone en lo que hace y es necesario contar con un buen grupo humano. Hay personas que nos acompañan a mi hermano y a mí, casi desde el comienzo de nuestra gestión. Ya hemos incorporado a nuestros hijos, la cuarta generación, acompañada por un staff con un nivel de compromiso muy importante, eso es fundamental.

¿Cómo lograron instalarse entre los primeros exportadores nacionales?

No hay estadísticas públicas claras que permitan saber qué lugar ocupamos, pero sí las de nuestra cámara que desde 2015 nos ubica siempre entre el primer y tercer lugar. Estamos en el podio. Nosotros habíamos detectado que las operaciones de faena, desposte y el posterior proceso de frío y conservación, hacían que los frigoríficos estuvieran preparados por la modalidad de consumo. Recordemos que el 80% de la carne se consume tradicionalmente en Argentina. Eso hacía que el frigorífico se preparara para faenar mucho más volumen que el que después podía despostar y congelar. La carne internacionalmente se comercializa congelada. A partir de ahí tratamos de focalizar nuestros recursos y la financiación que pudimos conseguir, en tratar de convertir ese embudo en un caño que tuviera proporciones más parejas. Gorina puede procesar todo lo que faena y congelar en planta propia o de terceros todo lo que produce. Eso nos permitió un aprovechamiento mucho más rápido y ágil del negocio, pensando que el negocio de commodities arbitra y cambia muy rápido en el mundo. Creo que una de nuestras fortalezas fue visualizar desde el punto de vista industrial la importancia de trabajar siempre sobre los cuellos de botella para que el flujo operativo fuese lo más dinámico posible.

¿Ese crecimiento fue paulatino o alguna circunstancia lo aceleró? 

Siempre tratamos de participar de todos los destinos y cuando tomamos la mayoría accionaria, en enero del 99, el frigorífico ya tenía la habilitación para Europa y Chile. A partir de ahí tratamos de tener las flexibilidades para todos los destinos para los que pudiéramos calificar. Generalmente hay restricciones de tipo sanitarias o de otras características a cumplir para estar habilitados en cada país. Siempre hemos trabajado en mantener un estándar sanitario muy alto en todo lo que hace a control, producción y aseguramiento de la calidad. Eso nos permitió ir accediendo a los diferentes mercados.

¿El acceso a esos mercados exigió la incorporación de tecnología?

Si. Nosotros tuvimos una época algo recesiva como fue el 2011 y ahí comenzamos una gran obra, nuestra mayor inversión. Consistió en una despostada de última generación. Son alrededor de 2600 metros cuadrados que supimos construir con mucha tecnología incorporando no solamente temas de producción, de volumen, sino del cuidado del personal con norias que permiten el desplazamiento de los cuartos hasta la posición de trabajo de cada empleado y teniendo en cuenta toda la parte ergonométrica, tratando de bajar lo que es accidentología de trabajo. Siempre con el concepto de fluidez, de constancia, porque nuestro trabajo tiene mucho de repetitivo y eso nos permitió sincronizar mejor las tareas.

¿El Covid generó un esfuerzo adicional importante para la seguridad industrial?

El Covid se desplazó geográficamente desde China hacia el oeste, Europa y luego a América. Eso nos permitió aplicar protocolos estrictos y completos. A todo esto, se suma un trabajo muy importante de organismos de control como el Senasa, que está codo a codo con el sector privado en lo que hace al frente interno y al ofrecimiento de brindar información de cómo se realizaba ese trabajo hacia el exterior. Eso permitió que Argentina pudiera mantener la operatoria industrial en niveles aceptables. 

¿Cómo impactó la pandemia en los mercados interno y externos? 

La pandemia trajo incertidumbre y mucha volatilidad. Empezó a manifestarse en China, que alcanza el 65% de la exportación argentina y el año pasado representó el 75%. Esas mermas fueron suplidas por otros mercados. En los meses de abril, mayo, con la llegada del virus a Europa también hubo retrasos. Recordemos que el canal que tiene Argentina es de carne Premium, dirigido al sistema HORECA, hoteles, restaurantes y catering. Es el canal que más sufrió por el coronavirus y las etapas de aislamiento o cierre. Cuando el tema llegó a América tal vez fue cuando tuvimos nuestra oportunidad porque Argentina durante 2019 logró la reapertura del mercado americano. O sea que 2020 es el primer año que vamos a estar presentes como año calendario completo en los Estados Unidos. Este país tuvo la particularidad de registrar focos que afectaron el desenvolvimiento de su industria y en mayo, junio, julio, donde tuvo cerrada prácticamente el 20, 25% de sus empresas. Eso afectó el normal abastecimiento y fue una ventana aprovechada por Argentina. De hecho, nuestro país este año va a cumplimentar el total de la cuota que tiene asignada libre de aranceles para exportar a EEUU que es de 20 mil toneladas. Eso se vio favorecido en alguna medida por esta situación especial. El desarrollo ha sido muy volátil, errático y sujeto a la enfermedad.

A pesar de este problema global, ¿se puede mirar con optimismo el mercado de las carnes?

Siempre somos optimistas y los números lo demuestran. A pesar de los efectos del virus vamos a repetir la exportación del año pasado, que fueron 840.000 toneladas, récord absoluto para la Argentina. El sector frigorífico ha demostrado estar bastante preparado y a la altura de las circunstancias. Cuando uno analiza el mercado mundial y despeja el tema del virus, vuelve a las bases de nuestro negocio. Creemos que la producción de carnes crece, pero por debajo de la demanda. La incorporación en los países asiáticos de gente que va de la ruralidad a las grandes ciudades, nos da la cuenta que hay faltante. Creemos que el crecimiento va a venir de Asia. A los demás mercados mundiales los veo mucho más maduros, pero somos optimistas de que habrá muy buenas posibilidades para nuestro país.

¿Qué los decidió a comenzar a exportar a través de TecPlata?

Fuimos convocados desde un comienzo por el CEO de la empresa, Bruno Porchietto. Tuvimos varios contactos, hasta que se fueron logrando todos los requisitos necesarios, como la incorporación de una línea marítima que tuviera la predisposición para hacerlo. Hemos notado una colaboración y un espíritu muy importante. Desarrollamos una buena sinergia desde el primer momento y a partir de ahí nos parecía que estando ubicada nuestra industria en La Plata, era una responsabilidad colaborar en todo lo que implique evolución para la zona de La Plata, Berisso, Ensenada. Esto permite también otras cosas que movilizan a nuestro sector y a toda la sociedad.

¿Les resuelve cuestiones logísticas esta terminal?

En esta instancia inicial, estamos en una etapa de siembra. Sin lugar a dudas que en el tiempo nos tendría que dar una ventaja desde el punto de vista logístico, pero hoy es una muy buena alternativa. Siempre creemos que estamos recibiendo un trato preferencial concentrando una parte de nuestro volumen en La Plata. Hemos enviado más contenedores y estamos viviendo esta etapa con mucha ilusión y entusiasmo en un futuro seguramente promisorio para la terminal.

¿Han determinado una frecuencia de exportaciones desde allí?

Si, hasta ahora es quincenal, depende de la programación que hace TecPlata. Por eso te digo que nosotros estamos tratando de incentivar la terminal. Las cargas van en barco hasta el puerto de Santos, ahí transbordan y luego llegan a los puertos de China.