Vale más ser útiles que importantes

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7 diciembre, 2020

Hace 15 días hablamos de los números rojos de la economía y esta semana el informe elaborado por el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina ratificó buena parte de los déficits que planteamos.

El amplio trabajo, presentado por el sociólogo Agustín Salvia, director del organismo, se hizo en base al relevamiento de 5.728 hogares, con casi 18.000 encuestados, en localidades de más de 80.000 habitantes. Se puede resumir en pocas palabras el contundente resultado.  

El 44,2%, de los argentinos, es decir 20 millones, vive en la pobreza, incluyendo ese universo al 60% de los niños, niñas y adolescentes, como había adelantado UNICEF meses atrás. El 10,1%, de los habitantes del país es indigente.

A fin del año pasado, el índice de pobreza era del 40,8% y muchas voces públicamente aseguraban que no se podía estar peor. Por desgracia para todos, quienes afirmaban eso, se equivocaron. Como también es posible que vuelvan a fallar si hoy repiten ese pronóstico.

Esta cruel realidad es producto de muchos años de errores y políticas clientelistas que recurren a la constante y creciente presión tributaria para sostener el incontenible gasto público. Premiando además a quienes eligen el camino de la especulación financiera en detrimento de la producción. 

Desde la crisis del 2001 a la fecha, pasamos de 5 a 20 millones de beneficiarios que reciben salarios o planes sociales del Estado. Hoy, que enfrentamos una crisis global, esperanzados en que finalice lo antes posible, los analistas no arriesgan fechas ni plazos concretos de recuperación.

Hace ya muchos años que se cierran Pymes, se pierden fuentes de trabajo, cae la capacidad del salario, se deterioran las jubilaciones, no se cumplen las leyes de protección de los consumidores, que pierden diariamente su capacidad de compra.

Esta sucesión de variables negativas, se fueron profundizando gradualmente casi sin advertirse que degradan la dignidad humana. No sólo de las personas que viven en condición de mendicantes, sino del conjunto de argentinos, especialmente de aquellos que lo ven con naturalidad e indiferencia. Todos parecemos habernos acostumbrado a ésta realidad.

La medición de la UCA utilizó el costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y de la Canasta Básica Total (CBT) que realiza un organismo público, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Pero hizo también una “medición multidimensional” que incorpora las carencias habitacionales, de salud, de acceso a la educación. También hay que considerar, más aún en la etapa que estamos atravesando, la falta de conectividad de muchísimos hogares.

“Si no hay crecimiento y solo hay programas sociales no podemos esperar mucho más que esto”, dijo el sociólogo Salvia. Llamó a convocar a un acuerdo económico y social “para sacar al país del estancamiento que lleva más de 10 años”. El estudio detectó “una fuerte caída de aquellos que tienen trabajos precarios”, es decir aquellos que se mueven en la economía marginal. 

No obstante, destacó el valor de la ayuda social ya que “sin AUH, IFE, Tarjeta Alimentar, y otros subsidios, la indigencia habría sido el doble, el 20% y el índice de pobreza hubiera trepado hasta el 53%“.

Con la crisis iniciada en el 2018 y acentuada por la pandemia, con la caída del consumo la inversión y el empleo “el índice de pobreza tiene un piso del 40% difícil de perforar”, aseguró el especialista.

Si no se aplican medidas acertadas, esta foto puede ser peor el año próximo. 

Pero puede revertirse, no con palabras o recetas mágicas, sino con trabajo, compromiso, diálogo, acuerdos y paciencia. No será en meses ni en pocos años. Se requiere además políticas de estado que se sostengan sin importar quién gobierne. 

Entre tanto, una alternativa que se encuentra en el Congreso de la Nación es el proyecto de Ley titulado “Programa Nacional Marcha al Campo”, presentado por la diputada del Frente de Todos, María Rosa Martínez, que propone parcelar, dotar de infraestructura y concesionar para la producción tierras públicas en desuso. Es una alternativa que podría generar ocupación y vigorizar la economía nacional sin afectar la propiedad privada. 

Hay millones de compatriotas que la están pasando muy mal y muchos que sin dudas tienen un horizonte oscuro. No es tiempo de insistir con acusaciones ni de pensar en colgarse medallas porque de esas actitudes ya estamos todos cansados, descreídos y sabemos que no resuelven los problemas.El presente, demanda comprensión, entrega, honestidad y dignidad, que se entienda que más valioso que ser importantes, es ser útiles al conjunto de la sociedad.

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