Usina de Ideas, el proyecto que siembra la cultura emprendedora

Pachi Marino contó cómo una inquietud personal se volvió colectiva y dio lugar a un ecosistema que sigue creciendo.

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30 abril, 2025

Hablar de emprender en la Universidad Nacional de La Plata es, en parte, recorrer el camino que iniciaron Pachi Marino y un grupo de colegas de la Facultad de Ciencias Económicas. Licenciado en Administración, Marino comenzó a impulsar la cultura emprendedora en 2007, cuando creó un seminario para estudiantes interesados en emprender, motivado por una ausencia que él mismo había sentido durante su formación.

Con el tiempo, aquella iniciativa derivó en la creación colectiva de la Usina de Ideas, un espacio institucional que, desde 2016, acompaña a emprendedores en etapas tempranas, especialmente a quienes buscan transformar su entorno.

Con una mirada pedagógica y un fuerte compromiso con la región, Marino sostiene que lo más importante no es la idea, sino las personas que la impulsan. La Usina no solo brinda formación y mentorías, sino que también se convirtió en una red activa donde circulan talento, conocimiento y oportunidades.

Desde su experiencia como emprendedor, destacó la importancia de equivocarse, aprender del error y seguir intentando. Cree que hoy existe un contexto más favorable que hace dos décadas y que la ciudad posee un enorme potencial por la calidad de sus universidades y el capital humano.

Asimismo, confirmó que hasta septiembre estará abierta la convocatoria para presentar proyectos, de los cuales serán seleccionados entre 12 y 15 para participar del programa intensivo de la Red Usina, que culminará en diciembre con un “Pitch” ante inversores.

¿Qué te llevó a crear el seminario de emprendedurismo?

Una cuestión personal. Como le pasa a muchos chicos que terminan el colegio, empiezan una carrera y no tienen muy claro cuál va a ser su destino profesional, sentía que la carrera estaba muy orientada a trabajar en términos corporativos. En ese momento “emprender”, era una palabra que se usaba muy poco. Cuando me gradué empecé a ver que en Buenos Aires había algunas iniciativas de Endeavor que es la organización referente número uno del emprendimiento en Argentina. Charlas, conferencias, donde se presentaban emprendedores que habían conseguido éxito en términos económicos y contaban sus historias. Eso me parecía súper nutritivo y a partir de ahí empecé a interiorizarme. Descubrí que quería emprender, arriesgar y sobre todo crear porque el emprendimiento tiene mucho de eso. Además, en ese momento era ayudante en la cátedra de Marketing en la carrera de Administración y me gusta la docencia. Presenté el proyecto en 2006 que en el año siguiente terminó siendo el primer Seminario de Emprendedores con la idea de que a otros chicos no les pase como a mí. Hoy, por suerte, con las actividades que llevamos adelante, chicos de 18, 19 años, pueden meterse rápidamente en el mundo emprendedor. A diferencia de los años 90 y 2000, hay un contexto favorable para quienes quieren emprender, algo que en su momento no tuve. 

Antes de la Usina, ¿tuviste distintos emprendimientos?

Exactamente. Si bien la parte docente siempre formó parte de mi vocación, creo que lo que realmente quería era transmitir una temática específica, ayudar a quien quiera emprender, algo que no tuve. Mi primer emprendimiento fue un hostel en La Plata. En ese momento no había ninguno en la ciudad. Fue toda una aventura, una experiencia increíble que no cambio por nada. Lo tuve con un socio durante 10 años. Después, cuestiones de negocio, contexto y también personales hicieron que lo terminara vendiendo. Pero a partir de ahí entré en un camino emprendedor del que es difícil salir, con cosas buenas y también derrotas, porque así es. Quien emprende debe saber que va a enfrentar muchos obstáculos y que probablemente fracase. Pero esos fracasos son los que te ayudan a seguir aprendiendo y mejorar en otros aspectos.

¿Para un emprendedor el éxito no es solo económico?

Creo que el éxito es muy personal. Siempre que invitamos a un emprendedor referente o conocido a alguna de las charlas que organizamos, la última pregunta es: ¿qué es el éxito? Las respuestas suelen variar, pero hay un patrón común: la realización personal, hacer lo que a uno le gusta. Haber conseguido trabajar en algo que requiere muchísimo esfuerzo, que demanda muchas horas, pero que, de alguna manera, también se disfruta. Ese sentimiento de “estoy haciendo algo que me gusta” es clave. Creo que por ahí va la cosa. El éxito económico termina siendo una consecuencia de un muy buen trabajo, mucho esfuerzo y del disfrute del camino. Eso es algo que los emprendedores tienen en común. Por eso, sabemos que los riesgos y las derrotas, cuando las cosas salen bien, se compensan con un montón de otras cosas que hacen que uno tenga una vida, al menos en el día a día, mucho más placentera.

¿Cómo se llega a Usina de Ideas?

Durante el año organizamos distintas actividades, charlas y encuentros, pero el producto más importante que llevamos adelante es un programa que se llama Red Usina. La convocatoria se abre la próxima semana y quienes estén interesados deben completar un formulario, que se encuentra fácilmente en nuestras redes sociales: Usina de Ideas UNLP en LinkedIn e Instagram. Una vez que recibimos los formularios con los proyectos, comenzamos a realizar entrevistas hasta septiembre. Si vemos que tienen potencial para formar parte de un programa más intensivo, empezamos a hacer un seguimiento: les damos tareas, analizamos avances y los guiamos. En septiembre hacemos la selección final, para que entre 12 y 15 proyectos participen del programa intensivo, que incluye capacitaciones, mentorías y consultorías. El proceso finaliza en diciembre con un evento en el aula magna de la Facultad de Ciencias Económicas, donde los equipos presentan sus proyectos en tres minutos ante un jurado compuesto por autoridades, docentes, inversores y público en general.

¿Qué tipos de proyectos buscan? 

Los proyectos que priorizamos son aquellos con potencial para trascender. Esto puede estar vinculado a la tecnología, por ejemplo, startups que escalan rápidamente con software, pero también valoramos emprendimientos productivos con una visión clara a largo plazo, como una fábrica de pastas que busca expandirse. Además, nos interesan especialmente los proyectos que generan un impacto positivo. social, ambiental o económico, en sus comunidades. Aquellos que promueven el desarrollo regional y aportan algún tipo de progreso, son los que más nos entusiasman. En general, trabajamos con iniciativas en etapas muy tempranas.

Desde 2016, Usina acompaña proyectos con impacto regional, combinando formación y mentoría (Foto FCE).

¿Ves una evolución en las ideas que se presentan?

Va subiendo. Creo que también tiene que ver con nuestra evolución. La calidad de los proyectos que seleccionamos hoy refleja la experiencia que fuimos ganando, que nos permite entender mejor cuáles tienen posibilidades reales de encaminarse. Como te decía, más allá del éxito del proyecto en sí, hoy hacemos mucho hincapié en las personas que lo integran. Trabajamos con emprendimientos en etapas muy tempranas, por lo que es difícil saber si van a ser sostenibles a largo plazo, pero vemos que, en muchos casos, quienes participan tienen potencial emprendedor. Y si no es con ese proyecto, probablemente formen parte de otro, integren nuevos equipos o sean convocados por otras empresas. El año pasado hicimos una encuesta y el 95% de los equipos que pasaron por el programa lo recomienda. Eso genera un boca en boca que ayuda a seguir creciendo. Y hay algo más: en un emprendimiento no ves los resultados de un día para el otro. Empezamos en 2016 y hoy vemos resultados reales. Chicos que entraron con 18 o 19 años, hoy tienen 20 y pico y ya han logrado avances muy interesantes.

¿Hubo proyectos que no generaban expectativas y se convirtieron en casos exitosos? 

Sí, por eso decía que más que el proyecto en sí, el tema son las personas que lo llevan adelante. En las primeras ediciones de Usina no entraban 30 proyectos. Con el tiempo nos dimos cuenta de que estábamos forzando la entrada de algunos que quizás no tenían el compromiso necesario. Ese es un punto clave. Si un proyecto quiere entrar porque tiene una idea fantástica, pero lo tiene como algo secundario o un hobby, algo para vender en una feria el fin de semana, mientras durante la semana se dedica a otra cosa, va a ser muy difícil que se sostenga en el tiempo. En cambio, cuando vemos personas comprometidas, puede que el proyecto no funcione, pero si realmente quieren emprender, en algún momento van a encontrar un espacio para desarrollar sus capacidades.

¿La Plata tiene un alto nivel de emprendedurismo? 

La Región tiene un potencial enorme porque hay mucho talento en las universidades, en la UNLP, la UTN y las privadas. Hay mucha gente capacitada que puede llevar adelante emprendimientos. No sé si está tan instalada la idea de la ciudad emprendedora o si la tasa emprendedora de la región es alta, pero el potencial está. No solo incluyo La Plata, sino también Berisso, Ensenada y gran parte de la zona sur. Muchos proyectos vienen de Quilmes, Bernal, Berazategui. Si bien no tenemos una tasa muy alta de emprendimiento, el potencial está ahí.

¿La cercanía de CABA es un problema?

Como siempre, La Plata está eclipsada por la ciudad de Buenos Aires. Esa cercanía hace que muchos miren hacia allá. Sin embargo, lo que se está construyendo, sobre todo desde la UNLP, no lo encontras en otras universidades públicas. Ni siquiera la UBA tiene programas como los que nosotros desarrollamos y no solo hablo de calidad, sino del compromiso de nuestra parte. Hay mucho voluntariado. No son solo mentores profesionales, sino también emprendedores que deciden devolver su tiempo para ayudar a otros, con la idea de evitar que otros pasen por lo mismo que ellos. Invitamos a empresarios e industriales que se sumen y conocer lo que hacemos. También entendemos algo importante: los emprendimientos que pasan por Usina en etapas tan tempranas son de alto riesgo. En La Plata hay mucha gente con capital, pero no necesariamente está en contacto con este tipo de emprendimientos. A menudo prefieren invertir en Real Estate o ladrillo, lo cual no está mal, pero deberían considerar diversificar en otras canastas. Si te va bien, el retorno puede ser mucho más rápido e interesante, aunque, por supuesto, el riesgo de fracaso también está presente. Cuando los empresarios e industriales se acercan, sobre todo aquellos que ya tienen una trayectoria, ven reflejados en estos jóvenes los inicios de sus propios proyectos. Eso también les da una sensación de renovación. Además, cuando deciden apoyar a uno de estos emprendedores, no se trata solo de un retorno económico, sino de algo más profundo. Siempre hay espacio para más ayuda y cualquier tipo de colaboración es bienvenida, especialmente porque nosotros dependemos de un gran voluntariado.

El programa acompaña proyectos en etapas tempranas y apuesta por el potencial de quienes los lideran (Foto FCE).

¿Pueden acercarse emprendedores de cualquier lugar de la provincia y no ser estudiantes?

. En realidad, nosotros, por ser de la Universidad Nacional de La Plata, tenemos un requisito y una prioridad: al menos una de las personas que forme parte del proyecto debe tener algún tipo de vínculo con la universidad. Puede ser un estudiante, un graduado, un no docente… Si el proyecto es bueno y está integrado por buena gente, creemos que es valioso seguir construyendo este espacio, que beneficia tanto a la región como a la universidad.

¿Hay alguna tendencia en cuanto al tipo de proyectos que se presentan?

Sí, además, se instalan algunas temáticas, no solo a nivel nacional, también internacional. actualmente todo el mundo habla de la inteligencia artificial. Entonces, los chicos enseguida buscan algo relacionado con eso, como en su momento fue el tema de las criptomonedas. En particular, en el ámbito de la tecnología y el software, eso está muy presente. Afortunadamente, también han aparecido nuevos proyectos. Nosotros, por un lado, damos algo de libertad para que los emprendedores vengan con sus ideas. Pero, por otro, intentamos orientar hacia las tendencias actuales. Por ejemplo, sería interesante que los emprendedores se inclinen hacia Vaca Muerta, Oil&Gas, porque seguro que, en lugares como Neuquén, hay un montón de problemas por resolver, hay una gran oportunidad para emprender. Es ahí donde podemos ser como un instrumento, un vehículo para ayudar a los emprendedores a identificar esas problemáticas y crear algo nuevo que transforme y trascienda una región y su economía.

¿No se desarrolló un ecosistema que financie a los emprendimientos? 

No, hay cuestiones muy aisladas, se mira mucho hacia Buenos Aires y otros lugares. A veces, lo que necesitamos está justo al lado y es lo que quiero resaltar. Nosotros trabajamos con los chicos, no tan chicos y con proyectos en etapas muy tempranas y lo que hacemos es darles una validación. Como mencioné antes, al final del programa, se hace ese pitch de tres minutos, y esos chicos ya están preparados para ir a cualquier instancia de búsqueda de inversión. En ese punto, los dejamos un poco más libres, pero seguimos en contacto con aceleradoras, que son una instancia posterior al programa que nosotros brindamos. En muchos casos, estas aceleradoras les ofrecen entre 150 mil dólares y más y ellos ya están súper preparados. He tenido la oportunidad de estar en varios lugares, en Europa, en Estados Unidos, incluso en Silicon Valley y vi estos pitchs. Les puedo asegurar que lo que hacen los chicos aquí no tienen nada que envidiarles. De hecho, hasta los preparamos para que sean mejores. Creo que sería genial que se mirara más hacia este lado y que se pueda construir algo relacionado con un ecosistema, no necesariamente un fondo de inversión, pero sí un espacio que impulse el crecimiento en este sentido. Realmente, creo que hay una gran oportunidad ahí.

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