Desde hace seis años, Elige Crecer, el programa impulsado por la Gerencia de Desarrollo Humano de Fundación Chile, viene lleva desplegando una estrategia educativa que busca algo más que insertar jóvenes al mundo laboral: pretende transformar el tejido social de la región de Tarapacá, una de las zonas con mayor actividad minera del país y, paradójicamente, también una de las que más trabajadores importa desde otras regiones. La razón: la falta de talento local disponible.

Desde Iquique, Sandy Sebastián Carvajal, jefe de proyecto de Elige Crecer, explicó a serindustria.com.ar con claridad el desafío. “En la región tenemos la tasa más alta del país en conmutatividad, cerca del 40%, y eso obedece a que no contamos con los talentos suficientes para poder cubrir la demanda local de minería”, afirmó.

Esa carencia de capital humano impulsó al programa a intervenir en la educación técnica secundaria, promoviendo carreras especializadas con certificaciones reconocidas y sellos de calidad, en alianza con establecimientos públicos y privados.

El foco de Elige Crecer está en la formación de jóvenes en edad escolar. El programa comenzó en 2023 con un plan piloto en el liceo de Pozo Almonte, en las especialidades de mecánica automotriz y estructuras metálicas. “Lo que quisimos fue generar un aporte para que los chicos y chicas tengan la oportunidad de generar una certificación que les permita, al terminar su etapa escolar, salir al mundo laboral”, cuenta Carvajal.

Los primeros pasos fueron concretos: cursos de soldadura calificada (2G, 3G, 4G) para estudiantes de estructuras metálicas, y licencias de conducir clase B y D para quienes cursaban mecánica automotriz. Hoy, más de 650 estudiantes han pasado por el programa, incluyendo especialidades como electricidad, operaciones portuarias y metalurgia extractiva.

“Algunos chicos ya venían bastante avesados”, recordó, “y les hicimos un curso de conducción para que obtuvieran su licencia. No solamente la clase B, sino también clase D, que les permite movilizar equipos livianos”.

Uno de los pilares del programa es la obtención del sello de calidad del Consejo de Competencias Mineras (CCM), que certifica que una carrera técnica cumple con los estándares requeridos por la industria.

“El sello CCM lo componen principalmente las compañías mineras más grandes que operan en el país. Certifica que el alumno o alumna que egresa tiene mayores oportunidades de encontrar empleo en minería, como también continuar sus estudios en una carrera de nivel superior”, explicó Carvajal. La certificación permite que ciertas asignaturas sean convalidadas en la universidad, facilitando la continuidad educativa.

Además, el reconocimiento por parte de la industria ofrece ventajas competitivas. “La industria sabe, lo reconoce y cuenta con un profesional mejor preparado. La minería hoy está mucho más exigente y adolece de talentos”, subrayó.

Una minería más diversa y tecnológica

En un sector históricamente masculinizado, el programa también apunta a reducir las brechas de género. En 2024, por ejemplo, la carrera de operaciones portuarias del Instituto del Mar en Iquique superó el 50% de matrícula femenina. “Fue nuestra primera carrera masculinizada que se feminizó”, dice con orgullo Carvajal.

Este avance no es casual. Desde el inicio de Elige Crecer, la promoción de la inclusión femenina en minería ha sido una prioridad. “Nos acercamos bastante a la comunidad para difundir y promover que la minería hoy en día es un espacio donde tanto hombres como mujeres pueden participar. La industria ha ido evolucionando y adaptándose: hoy existen espacios de lactancia, flexibilidad horaria y de traslado”.

El cambio estructural en la minería también viene de la mano de la transformación tecnológica. “Hoy en día los camiones se operan de manera remota”, explica. “Eso permite incluir al género femenino, porque no es necesario subir a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Se puede estar en una oficina dentro de la ciudad, operando un equipo que está a 2.000 km de distancia”.

Pese al impacto positivo, el número de estudiantes que finalmente ingresa a trabajar en minería sigue siendo menor al deseado. “Entre un 20 y un 30% se interesa principalmente por la minería. Otros chicos prefieren seguir estudiando o trabajar en otra cosa”, reconoció Carvajal. Pero aclara que el enfoque del programa es más amplio porque “les hacemos ver que existen otras opciones más adelante, por si cambian de opinión”.

Para quienes sí eligen la minería, las oportunidades son concretas. En colaboración con Teck Quebrada Blanca, el programa ha facilitado prácticas profesionales y programas de aprendices, en los que los jóvenes son contratados desde el primer día con sueldo y beneficios.

“Este año hubo 30 alumnos que participaron de las prácticas profesionales con muy buenos resultados”, detalló. “Y ya se está monitoreando una posible nueva oportunidad para fines de este año”.

Además, Elige Crecer gestiona una base de datos con 18.000 personas, que se actualiza permanentemente. “Muchas empresas colaboradoras entregan vacantes y nosotros les damos un listado de personas acordes al perfil. Les damos un empujoncito”, dijo. Soldadores, electricistas, guardias de seguridad, andamieros y manipuladores de alimentos forman parte de ese universo.

Conmutatividad: una herida estructural

La conmutatividad laboral, el fenómeno de trabajadores que viven en otras regiones y viajan a Tarapacá por turnos, es uno de los principales problemas que Elige Crecer busca revertir.

“La minería representa cerca del 50% del producto interno bruto regional. Pero, por la poca preparación que hay, no podemos contar con profesionales locales que puedan abastecer esta demanda. Y la conmutatividad sigue aumentando cada vez más”, sostuvo Carvajal.

El problema no es nuevo, pero sí persistente. A diferencia de Antofagasta, donde la tasa de conmutatividad es del 15%, en Tarapacá llega al 40%. “No todo el mundo quiere trabajar en minería. La población es reducida —350.000 personas— y no todos tienen la preparación necesaria”, explicó. A esto se suma la creciente complejidad tecnológica de la industria, que exige niveles de especialización cada vez más altos.

Elige Crecer se proyecta a largo plazo con metas claras. “Queremos lograr tener mayor cantidad de sellos CCM. Con eso podemos asegurar que la educación se está realizando bajo un estándar minero reconocido”, afirmó Carvajal. Además, buscan expandir el alcance hacia la educación superior y seguir ampliando el acceso a carreras técnicas.

Su visión también trasciende las fronteras chilenas. Consultado sobre las oportunidades laborales en Argentina, donde la minería posdría desarrollarse con fuerza, Carvajal no dudo y aseguró que “si se abre la oportunidad de que las personas puedan viajar a Argentina, sería maravilloso. Poder compartir talento dentro del sector geográfico sería muy interesante. Quizás abrir nuevos caminos y nuevas rutas para que la conectividad sea aún mejor”.

Más allá de cifras y certificaciones, Carvajal rescató las historias humanas que Elige Crecer ha hecho posible. “Nos tocó ver el caso de una chica que ingresó a uno de nuestros programas. Vivía en una toma en la comuna de Alto Hospicio. Ingresó a un programa de aprendices de Teck Quebrada Blanca y fue una de las más destacadas. Me decía: ‘Gracias a ustedes pude sacar a mi familia de una toma. Hoy vivo en un departamento, tengo un trabajo, tengo opciones de mejor salud y educación para mis hijos y mi madre’”.

Ese testimonio reflejó el corazón del programa. “No solamente cambia la vida de esa persona. Hay una familia detrás”, enfatizó. Porque en Tarapacá, la educación técnica con enfoque minero no solo forma trabajadores: forma esperanza.