El azúcar podría pasar de la abundancia a la escasez en tres años

El superávit actual mantiene precios bajos, pero hacia 2028 podría producirse un cambio de ciclo en el mercado internacional.

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17 septiembre, 2025

El precio del azúcar en los mercados internacionales está bajo presión. La combinación entre oferta y demanda determina el valor del commodity, pero factores estructurales, climáticos y de políticas comerciales juegan un papel decisivo.

En los últimos dos años, el mundo ha experimentado una sobreoferta que ha presionado los precios, mientras los ingenios azucareros ajustan su producción para maximizar beneficios y minimizar riesgos. Murilo Mello, Head de Azúcar de Hedgepoint, explicó a serindustria.com.ar los elementos que configuran la formación del precio del azúcar y las perspectivas para los próximos años, tanto a nivel global como regional.

Para Mello, la variable estructural más importante sigue siendo el equilibrio entre oferta y demanda. “Hace dos años estamos viviendo una situación de sobreoferta. Hay producción más grande que consumo en varios países, pero lo más importante es Brasil, que representa el 53% de todo el azúcar comercializado en el mundo. La producción brasileña es tan grande que, incluso con sequías e incendios, seguimos con cifras altas”, indicó.

En este sentido, remarcó que “este año tenemos una producción de caña ligeramente menor, pero los ingenios han optimizado la proporción destinada a azúcar frente a etanol, porque el precio de azúcar está más alto. Esto permite que la producción de azúcar sea mayor que la del año pasado, a pesar de que la caña disminuyó un poco”.

Mello detalla el rol de los principales productores de azúcar del mundo.

Esta relación directa entre el precio del azúcar y la asignación de caña muestra cómo las decisiones de los ingenios afectan el mercado. “La diferencia entre oferta y demanda decide hacia dónde van los precios”, resumió Mello, destacando la importancia de la flexibilidad productiva en Brasil.

Brasil: problemas puntuales y capacidad estructural

Aunque Brasil es el mayor productor mundial, no ha estado exento de dificultades. La calidad de la caña disminuyó en las últimas dos cosechas, pero Mello aclara que se trata de un problema puntual, no estructural.

“Hace dos años tuvimos condiciones sensacionales y llegamos a 676 millones de toneladas de caña. El año pasado, la sequía concentrada redujo la producción de 675 a aproximadamente 622 millones de toneladas. Además, los incendios afectaron solo la primera mitad de la cosecha, mientras que la segunda mitad se benefició de lluvias normales”.

Por eso, aunque la productividad de parte de la caña fue menor, “Brasil sigue siendo la región con mejores condiciones de clima, área cultivada, tecnología y manejo de la caña, lo que permite mantener los costos más bajos del mundo”, señaló.

Mello enfatiza que la reducción de caña se traduce en una mayor proporción de producción de azúcar frente a etanol, lo que mantiene la producción de azúcar elevada pese a las condiciones adversas.

India y Tailandia, los otros grandes actores del mercado, presentan perspectivas de crecimiento. India mantuvo un área de plantación estable y condiciones climáticas favorables, proyectando exportar 1,5 millones de toneladas de azúcar en la cosecha 2025-2026, frente a 700.000 toneladas exportadas hasta octubre de 2025. Tailandia, por su parte, tuvo lluvias favorables y crecimiento de la superficie cultivada, estimando exportaciones de 10,5 millones de toneladas.

América Latina también muestra signos de crecimiento: Argentina, Guatemala, Honduras y Colombia incrementan su producción, mientras Europa disminuye por reducción de áreas cultivadas y problemas climáticos en Francia y Alemania. Este superávit comercial global presiona los precios hacia abajo.

Políticas comerciales y transición energética

Las políticas gubernamentales influyen en la estabilidad del mercado de azúcar. Según Mello, los subsidios más relevantes se encuentran en Estados Unidos y Europa mediante cuotas y protecciones que limitan la importación de azúcar. “Si estas barreras se eliminaran, los consumidores podrían acceder a azúcar más barato, beneficiando a fabricantes de chocolate, gaseosas y otros productos. Pero afectaría a los productores locales. En Brasil, India y Tailandia, los subsidios son muy pequeños o indirectos y no generan un impacto significativo en el mercado global”, explicó.

El caso de Estados Unidos muestra cómo las protecciones mantienen los precios internos altos, priorizando la producción local. Esto limita la entrada de azúcar brasileño o de otros países, afectando la competencia internacional.

La relación entre azúcar y etanol es clave para el sector sucroenergético. Brasil produce etanol para autos, aviones y barcos, pero la expansión depende de la demanda. “Si el precio del etanol supera al del azúcar, los ingenios ajustarán su producción rápidamente hacia etanol. Por ahora, la capacidad de producir más existe, pero se necesita generar demanda. Esto representa una oportunidad para contribuir a la sostenibilidad energética, siempre que los gobiernos y consumidores adopten mandatos o cambios de matriz energética”, detalló Mello.

Tendencias de consumo y mercado argentino

En Europa y Estados Unidos, el consumo per cápita disminuye por tendencias hacia alimentos más saludables y regulaciones sobre el azúcar. Sin embargo, en regiones con menor poder adquisitivo, como África, India y América Latina, el azúcar sigue siendo la fuente de energía más accesible.

Argentina concentra su producción en Salta, Tucumán y Jujuy. Mello observa un potencial de crecimiento, con mejora en calidad y condiciones macroeconómicas, aunque los costos locales siguen siendo superiores a los de Brasil y otros competidores como Guatemala, India o Tailandia. La expansión depende de financiamiento y de la capacidad de competir con otros cultivos, como soja o trigo.

El panorama global indica que los precios de azúcar permanecerán bajos hasta 2027, debido al superávit y la capacidad ociosa en Brasil, India y Tailandia. A partir de 2028 se proyecta un nuevo ciclo de alza, cuando el exceso de producción se consuma y la demanda continúe creciendo, aproximadamente 1,8 millones de toneladas por año.

El sector enfrenta un desafío estructural: la necesidad de invertir en nuevas áreas de caña e ingenios industriales. Mello advierte que el desarrollo requiere tiempo, tres años para el cañaveral y dos años para la industria. Si estas inversiones no se concretan, la demanda futura podría superar la oferta, provocando un ajuste abrupto en los precios.

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