Alberto volvió a prender fuego el cajón de Herminio

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17 agosto, 2021

La historia argentina cada tanto se repite y pareciera que no aprendemos de errores pasados. El 28 de octubre de 1983, durante el cierre de campaña del partido Peronista, en la 9 de Julio frente a un millón de personas, se lo veía por televisión al candidato a gobernador (Herminio Iglesias) prendiendo fuego un ataúd con las siglas de la UCR y una corona mortuoria.

En aquel entonces la sociedad argentina venía saliendo de años de dictadura militar, fracasos económicos y el dolor que había dejado la guerra por Malvinas. Los argentinos estábamos esperanzados que la política nos iba a traer soluciones a tantas frustraciones. Fue entonces que ese cajón prendido fuego hizo reflexionar a los argentinos y el peronismo perdió las elecciones. Llegó Raúl Alfonsín a la presidencia, un verdadero demócrata y ejemplo de ética, en vista a todo lo que vino después.

Así como Herminio, Alberto Fernández prendió fuego a un nuevo “cajón de Herminio” con la foto que salió a la luz y lo retrata festejando el cumpleaños de su compañera en plena pandemia. Pero no fue sólo la foto, ya venía de un derrotero de errores, indefiniciones, falencias de gestión, expresiones públicas inexplicables, etc. pero termina de completar la saga el capítulo final que lo pinta tal cual es como persona.

Hemos escuchado al Presidente hablar de manera auto-referencial de su ética, su trayectoria universitaria, su perfil revolucionario, poniéndose como ejemplo frente a la sociedad. Pero nos fuimos dando cuenta en estos casi dos años, que no fue otra cosa que el arquetipo del “chanta argento” que se vende como el mejor y se roba las toallas en los hoteles. 

El mismo que firmó el Decreto para aplicar la justicia penal a todo aquel que incumpla las restricciones en cuarentena, el mismo que acusaba con el dedito y trataba de estúpidos imbéciles, el mismo que pedía al vecino que denunciara a todo aquel que no cumpla las restricciones. Ese mismo es el que se reunía en Olivos, con su pareja y amigos, para festejar cumpleaños con torta y champagne, mientras en miles de argentinos morían en las terapias; se prohibía a sus familiares despedirlos en el cementerio; padres e hijos no podían reunirse; todo lo que ya sabemos y sufrimos durante un año de confinamiento, donde comerciantes se fundían y donde muchos nos quedamos sin trabajo (me incluyo).

Pero no fue únicamente la foto de la fiesta, fue la sucesión de hechos que demostraron que Alberto Fernández es el fiel representante del “chanta argento”.

Ante los rumores de reuniones en la quinta de Olivos salió a desmentirlo y poner el foco en el ataque machista a Florencia Peña. Luego desconoció al ciudadano taiwanés con el que apareció en fotos días después. Sigue: aparece la foto de la mesa servida todos felices y se escondió detrás del Jefe de Gabinete quien dijo “fue un error” y punto, ya está disculpado. Sigue: como el escándalo no paraba, salió a responsabilizar a su compañera por el evento social y como si fuera poco NUNCA pronunció la palabra PERDON acompañada de un arrepentimiento verdadero. Por último, echar culpas a la oposición porque en aquel momento eran los “anti-vacunas”.

Esta actitud es idéntica a aquel que viene manejando con su auto, pasa un semáforo en rojo y choca a otro vehículo hiriendo a sus ocupantes. Primero intenta escapar, como no lo dejan huir niega que el semáforo estaba en rojo, luego le echa la culpa a quien era su acompañante porque lo distrajo, frente a la policía se niega a mostrar los papeles y termina yendo a ver los ocupantes del otro auto para insultarlos y hacerlos culpables del choque. 

Así reaccionó Alberto Fernández. Lo peor es que no es un irresponsable manejando un automóvil, es el Presidente de la Argentina y le quedan dos años más. Sinceramente no sé dónde va a comprar la credibilidad que perdió, su palabra vale menos que un Patacón.

En dos meses más, tendremos otro octubre donde el Pueblo tiene la oportunidad de elegir democráticamente a sus representantes y juzgar los actos de los actuales. Sólo espero que, como en el ´83 la ciudadanía argentina sepa darle valor a su voto, los argentinos sepamos decirle NO. ¡Hasta acá llegaron! Queremos gente con valores y PALABRA para dirigirnos.

Como Herminio Iglesias pasó a la historia quemando el cajón, este nuevo Herminio Fernández pasará a la historia como el mayor “chanta” argentino que llegó a la presidencia no por mérito propio sino sólo por pura casualidad. 

Por Carlos Cabral, escritor, Ingeniero y Máster en Administración de Empresas

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