La industria del acero en América Latina enfrenta una crisis estructural como consecuencia del comercio desleal impulsado principalmente por China y sus inversiones en países del Sudeste Asiático. Según un reciente informe elaborado por la OCDE, en colaboración con Alacero y Canacero, el sector siderúrgico regional sufre el impacto de subsidios que distorsionan el mercado, profundizan la primarización de las economías y ponen en riesgo miles de empleos.
Uno de los ejes del estudio detalla cómo el modelo chino de apoyo estatal promueve una competencia artificial. A través de subsidios directos e indirectos en todas las etapas productivas —como créditos a tasas bajas, energía subsidiada, terrenos a bajo costo y exenciones impositivas— se abaratan los costos y se fomenta una sobreproducción sin una demanda real. Este exceso termina volcando acero a precios bajos en mercados como el latinoamericano, con efectos devastadores para la producción local.
“Las grandes subvenciones reducen los incentivos a la eficiencia y aumentan la dependencia del Estado, generando un exceso de capacidad que en 2027 podría alcanzar las 721 millones de toneladas”, advierte el informe. Entre 2025 y 2027, se proyecta que la oferta global de acero crezca en 165 millones de toneladas, pero la demanda sólo aumentaría en 46 millones.
Las inversiones chinas en la región ASEAN —especialmente en Indonesia, Malasia y Vietnam— incrementaron de manera significativa la capacidad instalada en los últimos años. En Indonesia, por ejemplo, la inversión china permitió revertir la balanza comercial del acero en apenas cinco años, pasando de ser importador neto a exportador.
Esta expansión no sería posible sin un entramado de incentivos que incluye financiamiento estatal, precios reducidos de energía y beneficios fiscales. De hecho, el 96,3% de la nueva capacidad productiva financiada por China en la ASEAN recibió algún tipo de subvención.
Peligro
Para América Latina, los efectos de esta competencia desleal ya son visibles. Entre 2010 y 2024, las importaciones chinas de acero terminado y semiacabado hacia la región crecieron un 233%, mientras que las de acero indirecto —incluyendo electrodomésticos, vehículos y maquinaria— aumentaron un 338%. Hoy, el 39% del acero consumido en Latinoamérica es importado, el nivel más alto registrado.
El informe también remarca el impacto negativo de esta tendencia sobre el desarrollo industrial. En los últimos 25 años, el valor agregado de la industria manufacturera como porcentaje del PBI cayó en toda la región. En países como Chile, Brasil y Argentina, el retroceso supera los 4 puntos porcentuales.
Frente a este panorama, la OCDE señala que América Latina hace un uso limitado y poco eficaz de las herramientas de defensa comercial. Mientras que entre 2010 y 2023 se aplicaron 703 medidas a nivel global contra prácticas desleales, sólo 79 se implementaron en América Latina, y más de la mitad fueron dirigidas a China y la ASEAN. Además, los procesos locales son más lentos y menos efectivos que los de países desarrollados.
La necesidad de una acción coordinada se vuelve urgente. El informe llama a “avanzar con medidas más ágiles, contundentes y alineadas regionalmente” para restablecer un campo de juego nivelado. También advierte sobre el riesgo de continuar con la desindustrialización si no se protegen los 1,4 millones de empleos directos e indirectos que dependen del acero en América Latina.
El acero es una industria estratégica. Es el insumo básico de sectores clave como la construcción, el transporte y la infraestructura. “Defender la industria del acero es defender el desarrollo económico y social de la región”, concluye el documento.