El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer las proyecciones para la Argentina. Desde el organismo reconocieron que se mantienen idénticas a las realizadas en octubre último porque “iba a ser tremendamente incierta e iba a generar mayor incertidumbre”.
En el informe de actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI señaló que “la decisión de omitir a la Argentina fue dado el entorno de incertidumbre y las definiciones que esperamos se vayan dando en las próximas semanas. Decidimos no actualizar los pronósticos esta vez. Los pronósticos que tenemos son los que hicimos en octubre y no los hemos modificado. Fue una decisión práctica. Debido al alto grado de incertidumbre decidimos esperar y hacer una proyección con mejor información para el ciclo de revisión de previsiones en las reuniones de primavera”.
Entonces, las proyecciones del FMI para la Argentina son las mismas que publicaron en octubre del año pasado. Dando para este 2020 una caída del 1,3% del PBI y para 2021 una recuperación de 1,4% de PBI.
Respecto a la evolución de la región se espera un repunte de 1,6% en 2020 y 2,3 en 2021, impulsado por una reactivación gradual del crecimiento mundial y de los precios de las materias primas.
El responsable del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, manifestó que habrá “un continuo apoyo de la política monetaria, una menor incertidumbre en torno a las políticas económicas y una recuperación paulatina de las economías estresadas”.
Werner advirtió que continúan los desafíos regionales y remarcó que la fuerte incertidumbre en torno a las políticas económicas en algunos de los principales países de América Latina sigue limitando el crecimiento.
En ese sentido, además de la situación de la Argentina, el directivo señaló que la incertidumbre del rumbo de las reformas y las políticas económicas en Brasil y México probablemente contribuyó a la desaceleración del crecimiento del PBI real y la inversión en 2019. Respecto a estos dos países, consideró que están revirtiendo hacia una recuperación.
“La continuidad del rebalanceo económico en las economías estresadas que experimentaron frenadas bruscas de los flujos de capital en 2018-19 (Argentina-Ecuador) ha ayudado a restaurar los equilibrios internos y externos. Pero también ha contenido el crecimiento”, dijo Werner.
El ejecutivo puntualizó que en el caso de Brasil, el crecimiento permaneció en un nivel moderado de 1,2% en 2019, pero destacó que se proyecta que se acelere a 2,2% en 2020 gracias al repunte de la confianza tras la aprobación de la reforma de las pensiones y las menores tasas de interés de política monetaria en el contexto de una inflación en baja.
“La ejecución firme del amplio programa de reforma fiscal y estructural del gobierno brasileño será esencial para salvaguardar la sostenibilidad de la deuda y estimular el crecimiento potencial del país vecino”, señaló.
Al respecto, indicó que “la actividad económica en América Latina y el Caribe se estancó en 2019, siguiendo con el lento ritmo de crecimiento de los últimos cinco años, lo que plantea nuevos retos y urgencias a la reactivación”.
Werner explicó que el PBI real per cápita de la región disminuyó 0,6% por año en promedio durante el período 2014-2019, en marcado contraste con el aumento medio anual de 2% durante el período de auge de las materias primas de 2000-2013.