Como alguien que comenzó desde cero, puedo afirmar que dar los primeros pasos en comercio exterior pueden parecer intimidantes. Sin embargo, con información clara, asesoramiento adecuado y una estrategia bien planteada, exportar o importar se vuelve una oportunidad real de crecimiento para cualquier emprendedor.
Todo comienza con una decisión: llevar tu producto más allá de las fronteras. Pero no alcanza solo con la intención. Hay que conocer el mercado al que uno apunta, entender qué demanda, qué requisitos exige y si tu oferta puede diferenciarse o competir. Investigar, preguntar y analizar datos de consumo y normativas específicas del país destino es el primer gran paso. Hacer esto desde el escritorio puede parecer lento, pero es más costoso equivocarse por desconocimiento.
Una vez definido el objetivo, viene la parte estructural: dar de alta a tu empresa como exportador o importador, registrar el CUIT ante la aduana, vincular un despachante habilitado, y comenzar a familiarizarte con el entorno documental, que incluye facturas, permisos, certificaciones y muchas traducciones.
Este punto suele frenar a muchos, pero hay alternativas para no paralizarse: existen servicios de terceros exportadores que permiten validar mercados sin asumir toda la carga administrativa inicial. Es una buena opción para emprendedores que quieren moverse ágilmente.
Otro aspecto clave es comprender los costos reales de una operación. Muchas veces se cae en el error de pensar que exportar es solo sumar el precio del producto y un envío. Pero en comercio exterior entran en juego muchos factores invisibles: aranceles, seguros, tasas portuarias, comisiones bancarias, almacenaje en tránsito y hasta ajustes por tipo de cambio. Saber calcular correctamente los costos logísticos y financieros es lo que permite que un negocio internacional sea rentable.
Además, hoy más que nunca, el seguimiento y la trazabilidad son diferenciales. No se trata solo de enviar un producto, sino de tener visibilidad en tiempo real, anticipar problemas y comunicar al cliente con claridad. En Interborders, por ejemplo, implementamos tecnología para ofrecer tracking completo desde el origen hasta el destino, algo que los mercados más exigentes valoran cada vez más. Este tipo de herramientas permite a los emprendedores competir con grandes jugadores, ofreciendo un nivel de servicio profesional sin tener una estructura gigante.
Todo esto requiere algo que va más allá del conocimiento técnico: relaciones. En comercio exterior, construir vínculos sólidos con agentes, distribuidores, transportistas y operadores logísticos es parte esencial del negocio. Un contacto confiable en puerto o un operador con experiencia en normativas locales puede marcar la diferencia entre una operación fluida y una cadena de problemas.
El contexto actual, además, acompaña. Según un informe reciente, ELAC proyecta que América Latina y el Caribe crecerán un 2,2% en 2025, con una recuperación leve superior en Sudamérica (2,6%) y menor en Centroamérica y México (1,0%) y el Caribe (1,8%). Aunque el crecimiento es modesto, esta tendencia muestra que la demanda internacional permanece activa y que existen ventanas de oportunidad para emprendedores que estén bien preparados.
Comenzar en comercio exterior no es un salto al vacío, sino una decisión estratégica. Con planificación, acompañamiento experto y herramientas digitales, incluso pequeñas empresas pueden competir globalmente. En Interborders acompañamos a PyMEs y emprendedores en cada etapa, asegurando que su producto llegue al mundo sin sobresaltos.