Las economías regionales representan el 63% de los productores nacionales y dan trabajo en forma directa a más de 625.000 jornaleros, exportan por US$ 7.600 millones. Además atienden diariamente la demanda doméstica de frutas y verduras, huevo, pollo, leche, té, yerba, algodón, aceitunas, vino, maderas, entre otros productos.
Pese a todo eso y más, desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) señalaron que durante el 2022, no tuvieron respuesta a la mayoría de los reclamos y pedidos de ayuda que solicitaron a los gobiernos tanto nacionales como provinciales.
Pero ante el abandono de los funcionarios, el sector pudo incrementar las exportaciones en dólares y mantener los volúmenes con respecto al 2021.
Asimismo desde el departamento de Economías Regionales de CAME, a cargo de Eduardo Rodríguez, hizo un balance del año que finaliza. “Desde comienzos de 2022 sufrimos eventos climáticos adversos en casi todos los complejos agroindustriales”, señaló en un comunicado y agregó que “desde la intensa seca como consecuencia de las altísimas temperaturas sufridas a principio de año hasta las heladas tardías y los impactantes incendios sufridos en nuestra Mesopotamia”.
Además remarcó el impacto que tuvo comercialmente la guerra entre Rusia y Ucrania, donde los productores debieron replantear nuevos mercados para las mandarinas, las peras y los vinos, productos afectados por este conflicto bélico.
Otro obstáculo fue la falta de mano de obra temporaria (trabajadores golondrinas). Problema que continúa siendo notorio en algunos complejos productivos como peras y manzanas, vitivinícola, olivícola, tabacalero, citrícola, yerbatero y frutas finas. “El problema aún no ha sido resuelto y se ha transformado en un factor inquietante para nuestros productores ya que no hay nada peor para un productor PyME de las economías regionales que no poder levantar su cosecha tras un año de espera”, señalaron desde CAME.
A este panorama, se le suma una macroeconomía no acomodada y una brecha cambiaria que no permite comprar insumos elementales para la producción, como semillas, fitosanitarios y fertilizantes al mismo valor en el que venden sus productos.
A su vez, este año fue caracterizaron por las asimetrías cambiarias con los países vecinos, la falta de combustible, segundo insumo más importante de las economías regionales, por una falta de planificación. Además de la falta de repuestos para maquinarias y tractores, ante la limitante de poder importarlos en tiempo y forma. También la presión tributaria en los tres niveles, tema no menor que azota en forma desmedida a la producción y generación de empleo genuino.
“Esperamos poder tener mercados más transparentes, no seguir perdiendo productores año tras año y, sobre todo, que este 2023 nos permita hacer lo que mejor sabemos: producir”, concluye el documento de CAME.