En un contexto global marcado por conflictos geopolíticos persistentes, nuevas resistencias arancelarias y rutas comerciales en tensión, es necesario reflexionar sobre el rol estratégico de la logística como eje estabilizador del comercio exterior en América Latina.
Hoy más que nunca, las empresas necesitan un partner logístico que aporte soluciones logísticas, no solo transporte. La logística dejó de ser un eslabón operativo para transformarse en un diferencial competitivo ante un escenario global complejo.
Durante lo que va del 2025, las tensiones en el Mar Rojo y el desvío forzado de rutas marítimas elevaron los costos logísticos internacionales y duplicaron los tiempos de tránsito en ciertos corredores clave, debido a la necesidad de desviar gran parte del tráfico marítimo hacia rutas más largas y costosas.
A su vez, hubo un conflicto en el estrecho de Ormuz, por donde transita cerca del 20% del petróleo mundial, el cual sufrió bloqueos parciales debido a nuevas escaladas entre Irán y fuerzas internacionales, lo que derivó en alzas abruptas de los costos energéticos y mayores seguros marítimos para buques que atraviesan esa zona.
En paralelo, el conflicto comercial entre China y Estados Unidos se profundizó con nuevos aranceles cruzados de hasta el 50% en sectores estratégicos como tecnología, semiconductores, autos eléctricos y metales raros. Esta escalada ha obligado a muchas empresas a redireccionar sus flujos de importación y exportación hacia mercados alternativos, incrementando la presión sobre las infraestructuras logísticas de países como México, Brasil, Panamá y Argentina. América Latina, lejos de estar aislada de estas disputas, se ha convertido en un territorio clave para la relocalización de proveedores, generando cuellos de botella en rutas regionales y nuevas exigencias para los operadores logísticos.
En paralelo, el transporte terrestre en Argentina acumula un incremento de más del 6,3% en costos en el primer trimestre del año según datos de la FADEEAC, con una inflación persistente que desafía la rentabilidad del comercio regional.
Desde Interborders, comprendimos que adaptarse no era suficiente: había que anticiparse. Ante la saturación y encarecimiento de las rutas tradicionales, diseñamos esquemas alternativos combinando transporte multimodal y soluciones de almacenamiento estratégico, como en nuestra bodega de la Zona Libre de Colón.
Paralelamente, potenciamos nuestra infraestructura tecnológica para brindar visibilidad en tiempo real y trazabilidad completa, factores críticos en tiempos de incertidumbre global. Nuestra experiencia multisectorial en minería, energía, alimentos, farmacéutica y automotriz nos permitió ofrecer servicios logísticos ajustados a las nuevas exigencias del mercado, convirtiendo cada desafío en una oportunidad de optimización para nuestros clientes.
En un contexto en el cual la logística ha dejado de ser un engranaje invisible para convertirse en el principal factor de riesgo dentro del comercio exterior, las compañías que logren adaptarse con agilidad a estos cambios tendrán una ventaja decisiva en un mundo donde la estabilidad global es, cada vez más, una excepción.