“La infraestructura argentina no está acorde a las necesidades de exportación”

El presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe aseguró que el país debe resolver sus cuellos logísticos.

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2 junio, 2025

Rutas saturadas, infraestructura que no da abasto para acompañar el volumen de exportaciones que, pese a la incertidumbre económica, sigue fluyendo, son algunos de los obstáculos que enfrenta el comercio exterior argentino en todo el territorio. La provincia de Santa Fe, uno de los motores agroexportadores del país, no es la excepción y también enfrenta estos desafíos estructurales que trascienden los vaivenes de los mercados globales.

En diálogo con Ser Industria Radio, el presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe (CaCESFe), Enzo Zamboni, advirtió que hay un colapso en los puertos ubicados en el Río Paraná por las cantidades de granos que se vendieron al exterior. Con una cosecha de soja que calificó como “buena” y un repunte en el sorgo, la provincia ve limitadas sus capacidades no por falta de producción, sino por cuellos logísticos, burocráticos y estructurales.

Asimismo, destacó que “no es la primera vez que la autopista de Santa Fe-Rosario está colapsada para salir por los puertos de Timbúes hasta Villa Constitución”. Ese corredor, junto a los puertos de la provincia de Buenos Aires, es uno de los más activos del país. “El problema es la infraestructura argentina no está acorde a las necesidades de exportación, ni en tiempo, ni en forma”, aseguró

Mientras los camiones esperan su turno sobre la banquina, una pregunta de fondo sacude al sector: ¿alcanza con exportar materias primas? Para Zamboni, la respuesta es clara. “Necesitamos entrar en una fase de agregado de valor a todos los recursos naturales que exportamos como una forma de mejorar nuestra balanza comercial“, indicó.

Cuenta pendiente

Zamboni insistió en pensar en términos de valor agregado, transformación industrial y desarrollo tecnológico. “Cuando uno va por las ferias internacionales, lo que llama la atención es que le damos poco valor agregado a todo lo que exportamos”, señaló. “Por la urgencia de generar divisas nuestras exportaciones son de recursos naturales y no de productos elaborados, con lo cual perdemos una mayor renta”, aclaró.

Desde su mirada, el país atraviesa una tensión entre la necesidad de obtener divisas de forma urgente y la construcción de un modelo exportador sustentable en el tiempo. “Necesitamos equilibrar la balanza puramente granaria con una de agregado industrial”, afirmó.

No es solo un problema teórico. Según datos que compartió tras una reunión con la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la República Argentina (FECACERA), el número de empresas exportadoras cayó drásticamente. “De 15.000 pasamos a 9.000. Lamentablemente, el potencial exportador de industrias que da valor agregado está cayendo”, dijo Zamboni.

A pesar de este panorama, hay sectores que logran sostener una dinámica positiva como la maquinaria agrícola, que “está en una especie de renovación, de aclimatación”, explicó y agregó que es una industria que “tiene muy buena tecnología y está exportando bien”.

Sin embargo, advierte que el camino no es automático. “Necesita lógicamente una adecuación a todas las normas internacionales en lo que respecta a poder competir en otros lugares del mundo que no sea solamente Latinoamérica.”

Zamboni también puso sobre la mesa una visión más amplia y consideró que “Argentina tiene la posibilidad de ser uno de los países que acelere su ritmo de crecimiento. Nos podrían llegar a considerar un tigre de Latinoamérica”. Para eso, enumeró sectores con potencial como “la industria del conocimiento, del software, gamers, la ingeniería electrónica”, sumadas a la incorporación de sensores y drones a la maquinaria agrícola.

A su entender, el foco no debe estar solo en reducir impuestos, sino en generar condiciones estructurales. “En vez de tomar el camino de las retenciones, que obviamente entendemos que el Estado puede necesitar, sería interesante tomar una no retención y tratar de mejorar todo el perfil de todos los problemas que van más allá de exportar”.

Cambios y competencia

En relación con la política de desregulación del comercio exterior impulsada por el gobierno de Javier Milei, Zamboni se muestra cauto pero crítico. Apuntó sobre la eliminación de retenciones para 4.411 posiciones arancelarias de productos industriales, que representan el 88% de los que se exportan y remarcó que tienen “un análisis bastante crítico pero reservado.”

En ese sentido, cuestionó la falta de lógica sectorial en su implementación. “No sabemos los criterios, pero hay una nueva forma de hacer las cosas. La información está en los actores privados y los actores públicos tienen que escuchar”, reclamó. Por eso, para él la clave está en una apertura “selectiva, equilibrada”, en lugar de una liberalización indiscriminada.

El comercio exterior también se alimenta de insumos importados. “Depende del sector, hay algunos que necesitan de insumos importados de última generación”, dice Zamboni. Y aunque advierte sobre “importaciones lujuriosas”, reconoce que “para poder competir internacionalmente se necesitan utilizar insumos nacionales e internacionales”.

Para graficar tomó como ejemplo la maquinaria agrícola argentina, a la que describió como “muy buena”. Por eso, remarcó que no ve en qué “puede contribuir la maquinaria que venga del exterior. Pero sí darle a nuestra fabricante la oportunidad de asumir un cambio en su producción, mejora tecnológica e innovación con créditos que lo acompañen en la reconversión.”

En materia de competitividad, el costo logístico es uno de los mayores obstáculos. Al respecto, destacó que los costos fluviales están muchísimo más bajos que los del tranporte terrestre. El problema no es nuevo, pero sí cada vez más apremiante. “Nosotros tenemos costos de logística que son caros y lamentablemente eso termina influyendo mucho en la exportación”. Ante esto, Zamboni planteó que hay que “mirar bien las obras públicas que se necesitan en función de mejorar los costos de transporte de lo que se va a exportar.”

“Cuando se empieza a exportar, empieza lo que suelo llamar el efecto del alambrado, y empiezan efectos de contagio, de información que va y viene y entran y salen entre los puntos que estamos buscando. Reinsertarnos internacionalmente también tiene un efecto cultural y social muy importante”, concluyó.

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