Con más de 100 técnicos distribuidos a lo largo y ancho del territorio nacional, CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola), conforma un equipo multidisciplinario que se dedica a analizar, diagnosticar y proyectar soluciones para los principales desafíos del sector agropecuario argentino. Estos especialistas no solo acompañan el desarrollo técnico de los productores, sino que también contribuyen a informes de alto valor estratégico. Uno de los últimos, titulado “El camino de la competitividad”, aborda en profundidad los factores sistémicos que limitan o potencian la inserción del agro argentino en los mercados internacionales.
El documento, elaborado por el área de Investigación y Desarrollo de CREA, identifica que para que una economía sea verdaderamente competitiva en el contexto global se necesita mucho más que un tipo de cambio conveniente. Se requiere, entre otros elementos, un marco normativo estable, instituciones sólidas, infraestructura eficiente y capital humano calificado. El informe sostiene que “ser competitivo a escala global no es sencillo y se construye sobre una serie de factores sistémicos”.
Este análisis cobra particular relevancia en un contexto en el que el país atraviesa un proceso de estabilización macroeconómica que pone nuevamente en el centro del debate a la microeconomía y la productividad. Como parte de ese debate, CREA presentará estas ideas el 18 y 19 de septiembre en su Congreso Trienal en Tecnópolis, un evento clave para discutir tanto temas coyunturales como estructurales del agro argentino.
Tomás Copello, miembro de la Comisión Directiva de CREA, explicó en Ser Industria Radio, que uno de los principales obstáculos que enfrentan los productores es el persistente esquema de retenciones “fundamentalmente, los derechos de exportación que se aplican a la producción y en este caso el retorno de los niveles que tenía soja, maíz y sorgo”, señaló.
En relación a este tema, diferenció tres escenarios posibles: mantenimiento, baja temporaria o eliminación total de las retenciones y su impacto en distintas regiones del país, Copello sostuvo que “todos los campos cerca del puerto ganan competitividad por una cuestión del costo logístico. Además porque los mejores suelos de Argentina en se cercanía”.
Asimismo, remarcó que estos derechos afectan la competitividad del agro no solo por el costo directo, sino también por el modo en que distorsionan las decisiones de inversión y producción. “Si eliminás las retenciones, todos esos fondos que se transfieren del sector agropecuario al Estado, pasan a estar en manos de quien los genera. Eso sin duda es un incentivo para invertir y pensar en el largo plazo”, argumentó.
Sobre el impacto inmediato de una eventual eliminación de las retenciones, Copello fue claro y aclaró que “en seis meses no tenés un aumento de la productividad. Lo empezás a ver en el largo plazo cuando la gente al disponer de su capital empieza a pensar en infraestructura, riego, fertilización, equipos antiheladas. Todo eso apunta a asegurar el rendimiento y aumentar la productividad”.
Competitividad
Uno de los puntos más críticos del informe es el análisis de cómo en Argentina el tipo de cambio alto ha funcionado históricamente como un parche a los problemas estructurales. El documento sostiene que “en los períodos de devaluación, el tipo de cambio alto suplía las deficiencias estructurales del esquema al incrementar los precios de venta de las exportaciones y abaratar los costos de producción medidos en moneda extranjera”.
Para Copello, ese ciclo vicioso es insostenible porque “cuando uno está en ese círculo es imposible programar un presupuesto de 3 o 4 meses. No sabés cuánto van a valer tus insumos. Ni hablar de hacer inversiones a largo plazo”.
Con una inflación en retroceso y un tipo de cambio más estable, el escenario es diferente, pero no suficiente. “Con este valor del dólar podemos competir, el tema es que no con estas retenciones”, dijo Copello. Y fue tajante cuando remarcó que “todavía tenemos derechos a la exportación como no hay en ningún país del mundo”. Según explicó, para la próxima campaña de granos gruesos, que se cosechará entre mayo y julio de 2026, será clave revisar este esquema si se pretende competir en igualdad de condiciones con países vecinos.
En este punto, remarcó que la conciencia del sector está modificando. “De a poco va cambiando el cassette que teníamos puesto en nuestra cabeza. El productor agropecuario argentino ha pasado tormentas mucho peores, no tiene miedo a competir , pero hace falta que las condiciones estén dadas de igual a igual”.
Economías regionales
En el centro del análisis también aparecen las economías regionales . Si bien algunas fueron eximidas de retenciones, la rentabilidad sigue siendo esquiva. “Cuando hablamos de este tema entramos en un universo infinito. No nos olvidemos que no solamente influyen las reglas macroeconómicas de cada país, sino también los precios internacionales”, detalló.
Sobre los cítricos, mencionó la pérdida de mercados frente a Sudáfrica por razones logísticas, sanitarias y de competitividad. “Argentina es uno de los principales productores de cítricos del mundo, sobre todo de limón, pero en muchos mercados no lo quieren por enfermedades como la cancrosis que mancha su piel”.
La infraestructura es otro de los factores clave de la competitividad. Al respecto, Copello señaló que “la situación es crítica. Nunca nadie vio a Argentina con una gran infraestructura que facilite la logística de todos nosotros”. Agregó que “el productor agropecuario tiene que moverse por caminos intransitables, llegar al puerto y demás. Es una cuestión económica que se puede resolver, con gestión privada o pública”.
En contraste, fue más optimista respecto al capital humano del sector. “Argentina es muy atractiva para trabajar en el sector agropecuario. Tiene una gran capacidad de atraer talentos y juventud. Compartimos tres, cuatro generaciones de las empresas, mientras que en otros países están de 60 para arriba”, explicó. Esa diversidad etaria, según el integrante de CREA, es una ventaja competitiva en términos de adopción tecnológica.
Expectativas
Ante un escenario hipotético en el que no haya retenciones y con estabilidad económica “empezaríamos a ver la reconfiguración del sector agropecuario”, aseguró Copello. En este sentido, afirmó que eso implicaría, por ejemplo, que campos actualmente marginales para la agricultura podrían reconvertirse a la ganadería y otros con mayor inversión mejorarían sus rindes.
No obstante, el desafío logístico no es menor. “La infraestructura argentina no está en condiciones óptimas para que empecemos a volar alto en el corto plazo”, advirtió. Aunque también aclaró que los puertos tienen capacidad para aumentar los volúmenes exportados porque “cada vez que ha habido cosecha récord se han generado cuellos de botella, pero eso no quiere decir que no podamos sacar más producción”.
Asimismo, destacó que desde el Congreso Nacional se “tomó conciencia de que lo único que hicieron las retenciones fue empobrecer el interior del país”. Afirmó que “cuando el campo crece, el interior florece. Ese efecto multiplicador se extiende a las ciudades”. Por eso, considera urgente avanzar hacia un esquema sin retenciones, aunque reconoce que la forma y el momento dependerán de decisiones políticas. “Claramente hay que encontrar el momento, porque si no va a ser algo que siempre decimos que hay que hacer, pero nunca se hace”, manifestó.
En el fondo, el reclamo no es por privilegios ni beneficios sectoriales. Lo que se pide, en palabras de Copello, es “competir con las mismas reglas de juego que los países vecinos. Ni más ni menos”.