Escondida en la letra de la Ley Ferroviaria 26.352, hay una cláusula que invita a las provincias a ser parte de la decisión de la política y la gestión de la infraestructura ferroviaria. Eso ha generado movimientos en palacios de gobiernos desde el extremo Sur patagónico hasta las Cataratas y la Puna.
Las concesiones ferroviarias se niegan a atender al 95% de los mercados, al punto de rechazar una cotización de transporte a Córdoba y Tucumán para contenedores de fábricas de Tierra del Fuego que arriban al AMBA por barco. Los proyectos mineros siguen retrasados por la nula respuesta y cuatro provincias no pueden sacar sus granos porque esos mismos trenes abandonaron los puertos de Quequén y Bahía Blanca. Esto afecta la política y la economía provinciales y obliga a los gobernadores a hacer algo.
Las sillas ferroviarias darían voz y voto a cada gobernador según la o las mallas de ramales sobre los que tienen interés, lo cual no sería solamente un poder político momentáneo, sino que, ante la gran rentabilidad ferroviaria del modelo de mallas integradas con los puertos y los camiones, podrían acelerar inversiones logísticas en cada estación y zona industrial que acelerarán la producción de proyectos como Vaca Muerta, minería, madereras y por supuesto, consumo masivo e industria manufacturera.
Ante la pregunta de serindustria.com.ar a dos ministros interesados en trenes de pasajeros, ambos respondieron que no apostarán a trenes deficitarios que atienden muy poco a muy poca gente. Coincidieron en que están trabajando sobre proyectos integrados a e-commerce, cargas aceleradas y servicios de pasajeros mixtos que atiendan cada localidad en apoyo a los trenes de carga.
El mayor desafío no será económico, sino político, pues el modelo de Unidades de Gestión y la economía ferroviaria requerirán convivencia en un mismo directorio general y otras por malla, entre Nación y dos o más provincias.
Entre la desventaja de la extinción ferroviaria y logística, que lleva décadas, la oportunidad de un ferrocarril aliado a puertos y camiones podría hacerse realidad a través de un directorio compartido, incluso entre adversarios, porque la economía los convence.
Preocupación. Además del retroceso de décadas del ferrocarril en todo el País, preocupa a los gobernadores la intención de Nación de ir hacia un modelo abierto como el de Europa, que es extremadamente deficitario y aquí generaría un litigio tras otro por el estado de vías y la antigüedad de los vagones. También saben que el modelo de concesiones hizo perder 20.000 kilmétros de vías. Por eso explorarían un modelo que sea rentable y que, a su paso, atienda a todas las economías.