La minería vive un momento decisivo. Las exigencias por operar de forma sostenible, incorporar tecnologías disruptivas y responder a un mercado global competitivo han puesto sobre la mesa los desafíos que afectan a todo el sector. Hoy, la pregunta ya no es si se debe innovar, sino cómo hacerlo con eficacia y rapidez.
Un buen punto de partida es la hoja de ruta “Digitalización para una minería 4.0”, elaborada en 2019 por el Consejo Minero, Corporación Alta Ley y Fundación Chile. A casi cinco años, es válido preguntarse si los retos planteados siguen vigentes o si han surgido otros nuevos.
En este tiempo, la industria minera no solo ha reflexionado sobre estas propuestas, sino que también ha avanzado en su implementación. Destaca la incorporación de Tecnologías 4.0, que integran horizontalmente el proceso minero para reducir variabilidad, aumentar predicción y estabilidad y así mejorar la toma de decisiones.
Si bien, se han logrado avances en automatización, modernización de infraestructura IT y OT, gestión e integración de datos y en ciberseguridad, todavía persisten desafíos transversales para una minería sostenible.
Dentro de los principales retos destaca el hecho de minimizar impactos ambientales y sociales, reducir emisiones, gestionar residuos, optimizar energía y agua y promover economía circular.
En los últimos años también se ha fortalecido el monitoreo de recursos clave para la industria minera, como el uso del agua, la calidad del aire y otros indicadores ambientales relevantes. Lo importante es que estos datos ya no se quedan solo dentro de las compañías, sino que se comparten con la comunidad, fomentando confianza y generando instancias de participación más informadas. Un ejemplo concreto de este avance es el Observatorio Nacional de Relaves, que se ha convertido en un verdadero hito en materia de transparencia y acceso a la información.
Otro frente clave es la seguridad minera. Tecnologías como teleoperación, automatización y robótica reducen la exposición de personas a riesgos en faenas.
En ese sentido, sigue siendo urgente desarrollar talento para sostener estas tecnologías. Programas como Impulsa – CCM Eleva facilitan la adopción tecnológica y la adquisición de competencias 4.0.
Cobra fuerza, además, el desafío de impulsar proveedores locales de base científico-tecnológica (EBCT), fortaleciendo una industria del conocimiento que aporte valor y desarrollo regional, mediante colaboración público- privada.
A casi cinco años de la hoja de ruta, gran parte de lo planteado sigue vigente. Hay avances concretos, pero también nuevos focos que exigen adaptaciones. La minería 4.0 va más allá de incorporar tecnología: requiere fortalecer la colaboración, el talento y el ecosistema de proveedores para enfrentar un entorno complejo y exigente.