En los años ‘90, cuando era el único empleado de Serviend y miraba el teléfono esperando que sonara, Favio Aybar difícilmente habría imaginado que, décadas después, estaría trabajando en el corazón energético del país: Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén. Tal vez también le habría resultado impensado que llegaría a ser el dueño de la empresa, con más de 60 personas a cargo.
Como en todo comienzo, reinaba un contexto de incertidumbre. Tras la privatización de YPF, muchas grandes compañías, entre ellas Techint, dejaron de realizar internamente servicios como los ensayos no destructivos, vinculados al control de soldaduras y materiales. Esa vacancia abrió una puerta para pequeñas firmas técnicas que supieran ocupar el espacio que las grandes habían dejado. Una de ellas fue la que fundó Martín Alberto Garayoa, un ingeniero oriundo de Junín que se había radicado en La Plata.
“La empresa se inicia con la privatización de YPF, cuando empresas grandes como Techint dejan de brindar servicios internamente, como el de ensayo no destructivo”, recuerda Aybar, que en ese momento estaba desempleado y fue convocado por Garayoa. “Él decide comenzar solo con este negocio, porque era una apuesta, en ese momento le puso su nombre: Martín Alberto Garayoa”.
Sin certezas pero con coraje, Aybar aceptó sumarse. “Me gustó la idea y fui su primer empleado”, relata. El inicio no fue sencillo: “Los comienzos fueron esperar al lado del teléfono que alguien nos llame, pero pasaban los días y no sonaba”.
Eran apenas dos personas, y los trabajos llegaban de forma esporádica. Durante casi tres años, Garayoa y Aybar hicieron todo por su cuenta. “Con Martín hemos estado tres días sin salir de la Refinería de YPF. Teníamos que estar y cumplir, no había tiempo para ir a nuestras casas a descansar”, cuenta Favio. “Esas fueron las bases de Serviend y en la actualidad la empresa sigue con la misma ideología: dar respuesta ante las necesidades del cliente que nos contrate”.
El reconocimiento por la calidad del trabajo fue abriendo nuevas puertas. “La gente ya nos conocía, pero trabajando como empleados de una empresa, no de forma independiente. Con el tiempo se dieron cuenta de nuestra capacidad, nos empezaron a elegir y el teléfono empezó a sonar”, explica Aybar.
Perseverancia
Para quienes observan la evolución de una empresa desde afuera, es fácil suponer que el crecimiento sucede por azar o buena fortuna. Pero Serviend es una muestra clara de que el camino es largo y exigente. “Uno ya tiene una edad y ve a los jóvenes que quieren todo rápido y rápido no hay nada. Es el hecho de construir el día a día. Transmitir y demostrar confianza, lleva tiempo”, advierte. “El que está enfrente lo tiene que ver, absorber y darse cuenta que cuando nos contrata dejamos de ser Serviend para ser la empresa que nos está contratando”.
Esa filosofía también se mantuvo al momento de los grandes cambios internos. Con los años, Garayoa fue cediendo el mando, y Favio quedó a cargo. La salud del fundador se deterioró y él mismo reconoció que ya no podía seguir liderando. “Me preguntó si me sentía capaz de manejar una empresa que aunque no era mía, yo la sentía mía. Dije que sí, agarré la posta, pero vi el cambio que tenía que tener la empresa”, dice Aybar.
No quería repetir el mismo modelo de gestión. “En todo equipo tenés el arquero, la defensa, el medio campo, los delanteros. Y necesitaba en el medio campo uno que me acompañe, que no había en la empresa y ahí aparece Juan Ignacio”.
Juan Ignacio Doubik llegó a Serviend en 2016. Economista, oriundo de 9 de Julio, había estudiado en La Plata y trabajado en el ministerio de Industria de la Nación. “Me incorporé en el 2016. En ese momento la empresa venía pasando por una situación un poco complicada desde el punto de vista económico y me sumé un poco a ordenar”, recuerda el actual gerente general de la empresa.
“Sin conocernos decidimos apostar. Favio en ese momento pasaba a ser dueño de la empresa y necesitaba alguien en la parte contable y financiera”, agrega. “Hace casi 10 años que estoy. Favio me ha dado muchas oportunidades de poder crecer dentro de la empresa y acompañar también el crecimiento que viene teniendo Serviend”.
Un paso decisivo
Con el ingreso de Doubik, comenzó una nueva etapa. Se fortaleció la organización interna, se ordenaron procesos y se trazó una hoja de ruta para crecer. El cambio implicó también redefinir relaciones laborales. “Fue difícil. Hubo compañeros que dejaron de ser compañeros. Porque pasé a ser su jefe y ahí es donde tenés que tener bien claro quién te puede acompañar y quién no”, admite Favio. “Son decisiones dolorosas, pero tenés que ser frío”.
Hoy Serviend tiene más de 60 trabajadores y presencia activa en provincias como Chaco, Misiones, Buenos Aires y Neuquén. “La experiencia que hemos venido ganando dentro de la empresa nos permite tener esa adaptación en relación al trabajo que tengamos”, señala Doubik.
Esa flexibilidad es la que les permitió, también, diversificar la base de clientes y servicios. “Serviend hace ya cuatro años viene trabajando en otros lugares y siempre es muy importante destacar que lo hemos hecho de la mano de nuestros clientes también”, cuenta Juan Ignacio.
La expansión territorial llegó a un punto de inflexión con la instalación en Vaca Muerta. Fue a fines del año pasado, cuando un cliente con base en Berisso los contactó de urgencia desde Cutral Có, en plena época de fiestas. “Nos llamó para las fiestas y dice ‘necesitamos resolver esta situación, por favor, pasame los números’. Empezamos a hablar. ‘¿Para cuándo es esto?’ le preguntamos un viernes y nos respondió ‘el lunes tienen que estar acá’. Me fui yo con un compañero y arrancamos armando la base en el taller de ellos”, relata Doubik.
“Armamos nuestro laboratorio y demás y empezamos a hacer los primeros servicios”, recuerda. A los tres meses, la decisión ya estaba tomada: instalarse definitivamente. Hoy tienen un equipo de cinco personas en Neuquén y ya comenzaron a contratar personal local.
El crecimiento de Vaca Muerta representa no solo una oportunidad comercial, sino también un desafío para la logística, el desarrollo urbano y la infraestructura. “Hay mucha expectativa. A nosotros nos pasó de estar allá y ver muchas oportunidades. Hay mucho por hacer”, destaca Doubik.
Favio agrega: “es un abanico de oportunidades para lo que se te ocurra, porque todo lo que hay ya quedó chico, es un bebé que está creciendo”.
Consolidación y expansión
Mientras tanto, Serviend no se limita al sector petrolero. También trabaja en industrias como la aeronáutica, la naval y la alimenticia. Sus especialidades son los ensayos no destructivos y los tratamientos térmicos.
“Lo que hacemos son servicios de ensayos no destructivos, son servicios de inspección sobre todo lo que tenga que ver con soldaduras en gasoductos, estructuras, refinerías… tanto en construcción como en mantenimiento”, resume Doubik.
Los tratamientos térmicos, por su parte, son una especialidad histórica. “Un material cuando se lo repara pierde su elasticidad… hay que hacerles un tratamiento térmico que es llevarlo a una temperatura donde las moléculas se reacomoden”, detalla Favio. “Esta tarea es nuestro caballito de batalla”.
Esa técnica llevó a Serviend a trabajar incluso en el extranjero, en países como Paraguay y Perú. Y también en obras icónicas como el Puente de la Mujer, en Puerto Madero. “Está armado con hierro, con materiales gruesos. Serviend participó porque todo eso fue radiografiado, fue ensayado”, recuerda Aybar.
El presente de la empresa está marcado por una combinación de madurez, experiencia y ganas de seguir creciendo. Pero no a cualquier precio. “Necesitamos que tengan el hambre de crecer, porque eso también es lindo”, dice Favio sobre su equipo. “Quiero poder trasladar a ellos este proyecto y que ellos también se motiven”.
En un sector que muchas veces parece reservado para grandes corporaciones, Serviend, nacida en el Gran La Plata, demuestra que es posible construir desde abajo, con convicción, profesionalismo y trabajo en equipo.