En un giro que sacudió al comercio internacional, el gobierno de Donald Trump anunció una nueva batería de aranceles que afecta directamente a Brasil. A partir del 1° de agosto de 2025, productos como carne vacuna, café, jugos cítricos, cobre y aeronaves brasileñas enfrentarán aranceles de hasta el 50%.
Esta medida, enmarcada en su política de “seguridad económica nacional”, se suma a un escenario ya cargado por los aranceles generales del 10% que el mandatario reimpuso en abril a casi todos los países, incluyendo a Argentina.
En este nuevo contexto, la pregunta es inevitable: ¿puede nuestro país aprovechar este reordenamiento y ganar terreno en el mercado estadounidense?
Brasil, uno de los principales exportadores de productos agroindustriales al mundo, será duramente golpeado. Los nuevos aranceles afectan rubros clave para su economía y analistas prevén una caída significativa en sus exportaciones hacia Estados Unidos, su segundo socio comercial. La respuesta del gobierno de Lula no tardó en llegar: anunció represalias comerciales y comenzó a explorar acuerdos paralelos con Asia y Europa.
Aunque Argentina también enfrenta un arancel general del 10% en Estados Unidos, no fue incluida en el paquete más severo que afecta a Brasil. Esa situación le otorga una ventaja relativa en varios rubros.
Carne vacuna: con Brasil fuera de competencia, Argentina tiene la posibilidad de aumentar su participación en cortes premium y segmentos industriales. Para lograrlo, deberá actuar con rapidez en la negociación de protocolos sanitarios y cupos.
Frutas y jugos: el jugo de naranja brasileño enfrenta aranceles del 50%. Argentina, exportadora de limones, peras, manzanas y uvas concentradas, podría ganar protagonismo si los distribuidores estadounidenses buscan nuevos proveedores.
Química y farma: el sector farmacéutico argentino, competitivo en productos genéricos y química fina, podría verse beneficiado si se profundizan las sanciones a Brasil o a otros países del Sudeste Asiático.
Autopartes y metales; aquí, el panorama es menos alentador. Ambos países sufren aranceles (Argentina del 25%), lo que limita cualquier ventaja concreta. Además, la fuerte integración del MERCOSUR dificulta un reposicionamiento real en este sector.
Si bien las decisiones de Trump abren una ventana para la Argentina, no se trata de una ventaja automática. Para capitalizarla será clave agilizar la diplomacia comercial con Estados Unidos; facilitar la logística y financiamiento a empresas exportadoras; aprovechar el momento para posicionar productos con valor agregado y evitar quedar atrapados en una eventual guerra comercial regional.
En síntesis, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y Brasil podrían representar una oportunidad inesperada para la Argentina. Pero aprovecharla requerirá visión estratégica, acción coordinada entre sector público y privado y velocidad para ocupar un espacio que se está desocupando.
El nuevo mapa global del comercio no está escrito y Argentina tiene la chance de trazar su propio camino.