Durante los primeros cinco meses de 2025, las exportaciones argentinas de bienes alcanzaron los US$32.467 millones, con un leve aumento interanual del 2,6%, mientras que las importaciones se dispararon un 34,3%, totalizando US$30.584 millones, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). El resultado fue un superávit comercial de US$1.883 millones, pero detrás de los números el comercio exterior argentino enfrenta tensiones estructurales.
Yamila Rivero, directora de Heinlein Depósitos y Trading, dialogó con Ser Industria Radio sobre el impacto de los cambios económicos impulsados por el gobierno de La Libertad Avanza, las oportunidades y obstáculos que enfrentan importadores y exportadores, y la necesidad de una reforma que alivie los costos logísticos y fiscales.
Al trazar un balance, Rivero señaló que “veníamos de un 2023 en donde todas las empresas se stockearon, aprovecharon el tipo de cambio bajo ante la advertencia de una devaluación”. Explicó que, en ese contexto, “las empresas tenían stock para proveer a sus clientes. Eso generó una baja de volúmenes en las importaciones, que se notó en la logística”.
El escenario comenzó a revertirse a partir de marzo y abril de 2024. Poco a poco, las empresas comenzaron a “restockearse con volúmenes quizás más chicos. Vimos una apertura, no solamente en determinados productos de una importación habitual, sino también en courier y otras modalidades”.
“Vivimos cambios de shock y eso demanda un tiempo de adaptación del mercado. Los importadores tradicionales, que traían el producto terminado, tenían altas expectativas, pero se vieron un poco desalentados”, afirmó. Señaló que esto se notó especialmente a fines del año pasado, cuando la terminal de cargas de Ezeiza quedó desbordada de envíos por courier.
Para la experta, esta transformación obliga a un replanteo profundo por parte de los actores del sector, que los lleva a revisar sus costos logísticos. “Todo esto genera una presión de baja de costos logísticos. Hoy el importador tradicional, tanto de insumos como de productos terminados, tiene que revisar sus costos”, dijo Rivero.
Eso se observa en diferentes sectores. Uno al que hizo referencia la ejecutiva fue el automotriz, donde “las empresas grandes que están viniendo llegan desde otras realidades y llevan el costo logístico al piso”.
Competitividad, costos y tipo de cambio
Para la directora de Heinlein, hay condiciones estructurales que deben resolverse. Entre ellas mencionó algunas cuestiones laborales. En este sentido, consideró que es necesaria una revisión que “permita a las empresas registrar más empleados y bajar el costo laboral sin afectar el ingreso de los empleados”.
La carga impositiva es el núcleo del problema. Planteó que esta apertura de mercado quizás sea una forma de decir “necesitamos bajar los costos, logísticos, de impuestos y que las PyMEs puedan competir”.
“Venimos de muchos años en que las PyMEs no exportan y empiezan a revisar sus costos logísticos para hacerlo”, señaló. Agregó que “Argentina está cara, entonces lo que puedo cobrar por una exportación quizás no representa lo que esperaba”.
Rivero fue contundente al remarcar que esa revisión de costos logísticos debe venir acompañada de una reforma impositiva urgente. “Por lo que tenemos entendido, está en agenda para el Congreso. Debemos generar esa presión para que se tome conciencia de que necesitamos bajar los impuestos”, subrayó.
Señales mixtas
En referencia a la importación de productos terminados, Rivero precisó que se vio una baja vinculada con la caída del consumo. Sin embargo, en materia de insumos, el movimiento se mantiene. “Hay movimiento regular, no veo por ahí un impacto fuerte”, afirmó.
En cuanto a la exportación, destacó una medida reciente como la eliminación de retenciones para 4.500 productos industriales. “Hay una matriz productiva local que cambiar y eso está vinculada con el tema de los costos”, sintetizó.
Por lo tanto, insistió en la necesidad de ganar en competitividad. “Ahora los insumos se pueden traer por courier. Hubo un montón de liberación para que no tengan ni siquiera que pagar los impuestos para ingresar, tratando de dar herramientas a la empresa que produce”.
Asimismo, la especialista observó la evolución de la Zona Franca (ZF) como un termómetro del comercio exterior. “Desde que se liberaron los pagos al exterior, bajó mucho la carga. Fue un cambio. Lo mismo pasó con los depósitos fiscales”, comentó. Sin embargo, no todo se perdió, ya que algunos sectores encontraron en la Zona Franca una herramienta financiera para reponer stock. Aclaró que, en la medida que van vendiendo, nacionalizan sus productos.
Ofreció un ejemplo de eficiencia operativa dentro de ese régimen. “Somos de las pocas empresas que seguimos operando con grandes volúmenes, por el servicio de nuestros equipos operativos, que tienen muchos años de experiencia con la estiba de la carga y el cuidado de la mercadería”, declaró.
Además, reconoció que en las ZF hay movimientos incipientes. Varias empresas se han contactado para “empezar a mandar stock de a poco. Es una señal que está vinculada también al producto terminado que empieza a posicionarse”.
Sobre la controversia en torno al tipo de cambio, Rivero sostuvo que “es un tema complejo. Si exporto a un tipo de cambio alto, pero cuando esa divisa la ingreso a mi costo de vida, mi costo de empleado, de luz, de reposición de insumos, es caro, no hay un dólar que me pueda acompañar”.
En ese sentido, consideró que “el problema de raíz que hay que cortar es la carga impositiva que tiene una empresa en la Argentina para producir, mantener una planta de empleados y aumentar sus ingresos”.
De cara al futuro, en materia de comercio exterior, se mostró confiada. Puso como ejemplo a la terminal de contenedores TecPlata y cómo la carga, “buscando reducción de costos, cansada de los sobrecostos que tenemos en la logística argentina, pudo poner un freno y decir ‘pongo mi carga en La Plata’”, concluyó.