El calentamiento global y la decisión de distintos países de avanzar en la reducción de CO2, pasó por alto en los diputados y senadores argentinos que aprobaron una ley para los productores de biocombustibles que no contempla el cuidado del medio ambiente y tampoco beneficia el desarrollo de empleo y el fortalecimiento de la industria. 

Con la promulgación de la semana pasada, los empresarios esperan tener injerencia en la reglamentación para disminuir el impacto negativo que tendrá la nueva legislación de biocombustibles. 

La nueva norma, que regirá hasta 2030, establece que el corte en el caso de la nafta, pase a un mínimo obligatorio de 12% de bioetanol y una eventual reducción al 9%. Mientras que para el gasoil el corte mínimo del biodiésel es de un 5%, con una posible reducción al 3% y para el caso de la caña de azúcar, deberá contemplar un mínimo de 6% de mezcla obligatoria.

“Hasta que se dictara esta nueva ley, el corte establecido por la autoridad de aplicación estaba en el 10% en biodiesel y bajó al 5% con la potestad por parte de la autoridad de aplicación de poder bajarlo al 3% cuando lo considere”, explicó a Ser Industria Víctor Castro, director ejecutivo de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO).

La posibilidad de que la autoridad de aplicación, en este caso la Secretaría de Energía, pueda bajar al 3% el corte, es otro de los aspectos que preocupa al sector privado. “Esperamos que dentro del decreto reglamentario se establezcan límites y condicionamientos para esto. La ley le da una libertad muy grande a la autoridad de aplicación sin ningún tipo de condicionamientos”, manifestó Castro y recordó que en el anterior reglamento estaba establecido que “cualquier baja podía ser por orden excepcional de falta de oferta de producto y tenía que ser por tiempo limitado. Esperamos que ahora se dé esto en el mismo contexto”.

En ese sentido, también hay preocupación en cuanto a la fórmula para acordar el precio del biodiesel. “Todos estos temas van trayendo incertidumbres en la industria y problemas para poder trabajar”, indicó el directivo. 

Para Castro esta norma no sólo favorecerá la concentración, sino que también sería “para matar la industria, porque no promueve, ni da facilidades que puedan abrir a la competencia de nuevas inversiones, nuevos jugadores e inclusive dentro de los mismos jugadores, estimule el desarrollo de producto y demás”. 

“La ley no impulsa el desarrollo ni las inversiones no solamente en biocombustibles más eficientes desde el punto de vista ambiental o energético, sino que también al bajar el corte a la mitad, reduce los incentivos para el desarrollo de todos los productos y subproductos de la oleoquímica que se hacen con derivados del petróleo y fósiles y podrían empezar a ser reemplazados por productos en base a biocombustibles renovables y de producción 100% nacional”, argumentó el directivo de Carbio.

Otro aspecto que ha causado malestar es que, en el caso del biodiesel, se va para atrás en los temas ambientales. “Argentina basaba su reducción de emisiones también en la utilización de los biocombustibles. Establecer un corte a la mitad, en el caso del biodiesel sobre todo, también es retrotraer temas ambientales que hemos asumido en el Acuerdo de París. Incluso se está yendo contra la ley de cambio climático, porque no se respeta la progresividad. Una vez que uno progresa en un tema de reducción de impacto ambiental no puede volver atrás. En este caso lo estamos haciendo”, aseguró Castro que también opinó que tampoco favorece la industrialización de los sectores rurales. 

En un contexto de pobreza creciente, las luces de alarma se encienden en las empresas de biocombustibles. El país aumentará la importación de gasoil. Como la producción de biodiesel se reducirá a la mitad habrá 500 mil toneladas de aceite de soja que antes se utilizaban para ese combustible, ahora se van lanzar al mercado internacional como tales, con el consecuente impacto y la sobreoferta con la caída y resentimiento de los valores que va a percibir Argentina en comparación con el precio internacional que se va a establecer. En conclusión, ingresarán menos divisas y se reemplazará empleo local por trabajo importado. 

El discurso de aumentar las exportaciones que pregona el Gobierno choca con la realidad. Al ponerle el pie sobre la cabeza a la industria de los biocombustibles, el biodiesel podría perder mercados de exportación. “Argentina ha tenido que pelear y sigue peleando en algunos mercados por supuestas acusaciones de dumping y hemos ganado en la Organización Mundial de Comercial un caso con la Unión Europea. Hoy se está exportando a ese mercado”, sostuvo Castro. 

Es que el biodiesel basa su potencial en el gran desarrollo de la industria de la molienda de aceite. Argentina cuenta con los mayores conglomerados a nivel mundial y muy eficientes como también con una producción agrícola muy sustentable que ha avanzado mucho en siembra directa. 

“La producción está muy cerca de los grandes polos de distribución que tienen la molienda con la planta de biodiesel y una vez que entra el grano todo se mueve por cintas o por tuberías, integrados totalmente con los puertos. Todo muy eficiente desde el punto de vista ambiental y tecnológico. Tenemos bases competitivas para la exportación que las hemos sabido aprovechar y lograr un producto 100% nacional desde la primera semilla hasta la última gota de biodiesel”.

Esta eficiencia llevó a que surgieran nuevas industrias proveedoras de insumos y también uno de los derivados de biodiesel. Castro contó que “se han hecho muchas plantas de refinado de glicerina, el último eslabón de la cadena no es el biodiesel sino que ya es la glicerina y sus productos con plantas refinadas. La ley también va a limitar esa producción y un montón de productos que se hacen y se podrían impulsar”.

Ante el argumento de que la nueva ley favorecerá a las pequeñas y medianas empresas, el director de CARBIO fue claro al señalar que “al igual que la norma anterior, da la prioridad de que todo lo que es mercado interno sea abastecido por plantas pequeñas y medianas. Pero al bajar el corte a la mitad, le va a tener que dar la mitad a una industria que ya estaba abasteciendo al 10%. Si le bajas el corte a la mitad evidentemente no los vas a favorecer. En líneas generales, hay empresas pequeñas que, al bajar el mercado a la mitad, se les hará muy difícil seguir adelante. Nosotros visualizamos que esto no va a ayudar y que puede haber quebrantos de algunas de estas PyMEs”.

Otra de las razones con la que se busca justificar la nueva normativa es que la producción de biocombustibles utiliza suelos que podrían destinarse a alimentos. “Esto lo hemos visto hace ya muchos años, Argentina no ha aumentado la producción de soja, ni su frontera. El 80% de la soja que se produce se utiliza para hacer harina proteica, para alimentar animales. Solamente un 19% se traduce en aceite y de ese aceite una parte se está utilizando para biodiesel”. 

“Hay millones de hectáreas de cebada que se utilizan para hacer cervezas y otras bebidas alcohólicas a nivel mundial que podrían destinarse al trigo para hacer pan y sin embargo se siguen utilizando para bebidas alcohólicas. Los biocombustibles han demostrado que no han incidido fuertemente en el cambio de frontera. De todas maneras, si así lo fuera la ley, con una reducción de corte, tampoco está empujando o promoviendo el desarrollo de biocombustibles que puedan aprovechar otros tipos de materias primas, inclusive residuos, para la producción. Es una ley que deja el status quo pero solamente lo corta a la mitad”, concluyó Castro.