“La industria del acero ya comenzó una ruta de descarbonización”, afirmó Alejandro Wagner

El director Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana del Acero (ALACERO), se refirió a los desafíos que enfrenta el sector y a las oportunidades para la región.

20 octubre, 2022

Mientras ultima detalles para el próximo “ALACERO Summit”, que se desarrollará en Monterrey, México, los días 16 y 17 de noviembre, Alejandro Wagner, director Ejecutivo de la institución que reúne a gran parte de los productores de acero y mineral de hierro de América Latina, dialogó con Ser Industria Radio.

Destacó que los cambios en las cadenas de suministros y en materia energética, abren una ventana de oportunidades para Argentina y la región. No obstante, aclaró que para aprovecharas “tenemos que hacer mucha tarea y se requieren políticas más allá de los partidos políticos”.

Asimismo, repasó la actualidad del sector en el contexto de pos pandemia, inflación global y el impacto derivado de la guerra desatada por la invasión rusa a Ucrania. También explicó de qué manera la industria siderúrgica trabaja para reducir la emisión de CO2 y sostuvo que la descarbonización ocupa el primer lugar en su agenda.

¿Con qué expectativas esperás el “Alacero Summit” de Monterrey?

Estamos muy entusiasmados y trabajando fuerte para que todo salga fenómeno. Se trata del evento de nuestra industria latinoamericana por excelencia, donde se reúne el círculo más íntimo, los productores y toda la cadena de valor. Convocamos a diferentes voces que pueden tener una mirada distinta de un mismo tema, el acero, un sector tan primario y tan fundamental para cualquier economía, sobre todo las latinoamericanas. Es muy interesante conocer la mirada académica, que nos puede dar una visión más teórica o la del periodista que nos va a contar cómo impactan la era pos Covid y la invasión rusa a Ucrania. También saber, de cara al futuro, que va a ocurrir con la crisis económica y sobre todo la energética. Son muchos temas que hacen a la producción y el futuro del acero.  Además, vamos a escuchar al sector automotriz. Van a participar el CEO de General Motors y el Grupo Proeza, uno de los más grande de México en el sector autopartista. Tendremos la mirada de empresas energéticas y se tratarán el cambio climático y la descarbonización. Es la agenda que maneja el acero todo el año y que ocupa nuestro día a día. Nos convoca juntarnos a opinar sobre todo esto, reflexionar y llevarnos notas para encarar el 2023. Después de tres años vamos a reencontrarnos y reunirnos físicamente. Muchos dicen que Monterrey es la cuna del acero latinoamericano porque ahí estuvo el primer alto horno hace más de 100 años y eso le da a este encuentro una inspiración cultural histórica que no es menor. El año que viene el encuentro se hará en San Pablo.

Lamentablemente Rusia y Ucrania siguen en guerra. ¿Cómo impacta al sector este conflicto?

En marzo estábamos reunidos en Europa en World Steel. Es el comité económico, que intenta pronosticar el consumo de acero por región y hacer una cuenta global. La invasión rusa se había iniciado unas semanas antes y era muy difícil afrontar ese desafío. Lo traigo a colación porque un conflicto bélico lleva a pensar primero en el factor humano y en 2022 me parece una locura estar hablando de esto. Pero también tiene impactos económicos y geopolíticos que no pueden ser ajenos a nuestra visión como sector privado. Impacta en los commodities alimentarios, un tema muy delicado, dado que subieron los precios en todo el mundo. Además, la inflación en Europa es un tema que preocupa como no lo hacía desde hace 30 o 40 años. Para los argentinos y latinoamericanos es un algo común, pero allí y en Estados Unidos están muy preocupados. La inflación global por los comodities alimentarios también afecta a Latinoamérica. Grandes países como Argentina, Brasil, que son exportadores de esos productos sufrieron un impacto. A su vez, los importadores de energía, como Argentina, también padecen la suba de precios. Esto generó un impacto negativo que afecta las cuentas fiscales, la macroeconomía y la micro. Por otro lado, Rusia y Ucrania son grandes productores y exportadores de commodities. Más allá de los alimenticios, de productos químicos que abastecen la industria de semiconductores que ya tenía el problema en la pandemia a raíz de la disrupción de las cadenas de valor durante las cuarentenas. A nuestro sector lo impactó de manera directa porque ambos países son grandes productores de toda la cadena siderúrgica, materias primas, las principales como carbón y mineral de hierro, pero también de arrabio que es un semi elaborado que principalmente exportaban a Estados Unidos. O el famoso slab que es un planchón de acero que se compra en el mundo para hacerlo bobina o chapa. El impacto incluso se sintió en productos finales. Rusia es el 14° productor de acero y eso no es menor. Si uno analizaba toda la cadena, el impacto por marzo era fenomenal y en el sector siderúrgico elevó las materias primas a niveles históricos. Durante el año enfrentamos un problema más de desaceleración de la demanda, fundamentalmente traccionado por medidas en China por el bajo crecimiento, que hasta hace poco tiempo siguió haciendo cuarentenas en muchas de sus provincias e hizo bajar lentamente el consumo mundial de acero. Eso colocó un poco menos de presión a los precios de los commodities, aunque todavía están en niveles elevados.

¿Podemos decir que ya se estabilizaron la producción y la actividad?

Se está llegando a eso, pero con muchas incertezas en lo global. La invasión continúa y por más que terminara formalmente mañana, lo cual sería una muy buena noticia desde lo humanitario, desde lo económico y la disrupción que hablamos de los mercados, especialmente en la industria que nos compete, la normalización no va a darse de inmediato. Primero, porque Rusia ya recibió sanciones que se van a mantener, no sabemos por cuánto tiempo. Por supuesto que hay muchos condimentos geopolíticos, pero así lo expresan los analistas. Eso va a cambiar la geopolítica y el comercio mundial.

¿En qué sentido?

Rusia podría irse para el lado oriental, para China, que fabrica la mitad del acero del mundo. Eso traería cambios en el comercio mundial. Por otro lado, no es menor la producción y exportación de acero que genera Ucrania, que se vio afectada y llevará mucho tiempo reconstruirse. Entonces no podría decir que se estabilizó, pero sí que bajó esa montaña rusa de precios y reacciones. A su vez, en casi todo el mundo, los Bancos Centrales están subiendo las tasas de interés para controlar la inflación liderada por la energía. Eso hace que baje la demanda en muchos sectores consumidores de acero, como la construcción, que es más o menos la mitad del consumo, el sector de los automóviles, maquinaria agrícola o general, electrodomésticos, línea blanca… Eso puede estar normalizándose, incluso se irá un poco más hacia la baja y la desaceleración que ya se está vislumbrando para el 2023.

Con todos estos cambios y los de las cadenas de suministros, ¿ves una oportunidad para la región?

Es un tema muy interesante. Puede haber sido una enseñanza o aprendizaje de la pos pandemia, que tanto dolor causó a la humanidad. Antes se trataba de una globalización de costos, que básicamente era trasladar muchas operaciones industriales de polos de consumo históricos hacia polos más baratos.  Por ejemplo, ir a China porque allá sale más barato producir y traer el producto semielaborado o terminado hasta el polo de consumo. La pandemia hizo repensar la globalización de costos por una globalización de riesgos. Ahora el empresario está pensando que esos riesgos, al final también son costos. Uno no espera que ocurra otra pandemia, pero tampoco podemos descartarlo y a eso se sumó la invasión de Rusia a Ucrania, que también trae una misma mirada en cuanto a lo que es la cadena de abastecimiento que empieza a relocalizarse. No por casualidad ahora se habla del reshoring, el nearshoring o el ally-shoring. Esto ya no es teoría. Por eso desde ALACERO y junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estamos trabajando en varios proyectos para incentivar temas de medio ambiente, descarbonización, económicos y de nearshoring. El BID anunció un paquete de estímulos de financiamiento de miles de millones de dólares para algunas industrias que ya están con proyectos de repatriar parcial o totalmente unidas productivas. Es una oportunidad, puntualmente para países como México que puede ser una atracción para las empresas que tienen su polo de consumo en Estados Unidos o en México mismo y decidan relocalizar sus fábricas allí. También está la cuestión de ally-shoring, aliarme y acercarme. Eso posiblemente incluso pueda costar un poco más en el corto plazo, pero hay que mirarlo en el largo plazo.  Sin dudas hay oportunidades para la región. Si a esto se le suma el tema medio ambiental, las energías renovables y si Latinoamérica resuelve las cuestiones estructurales, que lamentablemente ya son repetitivas, hay una oportunidad en los próximos años.

El cuidado del medio ambiente es un tema que se declama con frecuencia. Más allá de las palabras, ¿se está abordando desde los sectores público y privado?

Creo que mundialmente, no sólo en Latinoamérica, es un tema que está siendo un poco desordenado y caótico. Es verdad que primero es declarativo y después proactivo en cuanto a acciones. Pensar, programar y planificar semejante desafío global, desde abajo hacia arriba, desde una empresa hacia un gobierno central o hacia una región, quizás no sea la forma más eficiente y haya que hacerlo desde los dos sectores. En noviembre se hará la COP 27. La más importante de la historia fue la 26 que se desarrolló el año pasado en Glasgow. Ahí realmente se declararon cosas muy potentes.  De arriba a abajo y de abajo arriba, hay que construir esto porque es demasiado complejo. Por supuesto que uno ve de todo, hasta presidentes de países declarando cosas que vaya uno a saber de dónde las calcularon. Pero el siderúrgico es un sector con una complejidad que obliga a pensar y a planificar mucho para el largo plazo. Es casi la única forma. En nuestro sector, el corto plazo son cinco años. Por eso es tan desafiante trabajar en Latinoamérica. Siempre destaco el papel de las asociaciones como ALACERO. Nosotros tenemos un rol y una responsabilidad muy importante, tanto para nuestras empresas como para el sector público y la comunidad en su conjunto. Es muy importante dar un manto de claridad a estas cuestiones. ¿Está muy caótico? Sí, puede ser que sea hasta necesario en el corto plazo. Después se tiene que ir acomodando todo. Lo que hacen ALACERO y otras instituciones, no es solo declarativo, hay acciones.

Entonces, ¿el sector siderúrgico ya esta trabajando en la descarbonización?

De hecho, nuestro sector, voluntariamente, comenzó hace más de dos años, un proceso acelerado de acciones sin que hubiera una coordinación de objetivos, por ejemplo, al 2030 o 2050, fechas de las que se habla como referenciales. No hay un claro planeamiento de cada país que baje a cada sector y después a las empresas para construir la ruta de descarbonización. Ante ese caos, el sector siderúrgico y nuestros miembros están haciendo acciones simplemente por la responsabilidad social que tienen estas empresas que hace 30, 40 o 50 años ya actúan en las comunidades donde operan porque son plantas industriales monstruosas como Ternium en San Nicolás, Acindar en Rosario, Tenaris en Campana o Acerbrag en Bragado. Están en ciudades enormes que dependen en muy buena parte económica y socialmente de estas operaciones. Esto ocurre en toda Latinoamérica, donde ya su rol social no es el mismo que el de cualquier otra industria. También son sectores de altos riesgos por cargas pesadas, cargas de altura, donde el tema de seguridad y cuidado de las personas están en el centro de la escena. Esto se vivió muy claro en la pandemia, fue un sector que paró por un tema de demanda, porque algunos sectores de un día para el otro no requirieron más acero y a los tres meses pidieron todo el acero que no habían pedido. Entonces la curva en “V” fue la más pronunciada en niveles históricos. En 2020, en pandemia, la caída en Latinoamérica fue del 10%, mientras que en el mundo fue de 1%. En el 2021 subimos 27%, algo histórico, fue la región que más subió. Esa montaña rusa la vivimos operando con barbijos y turnos rotativos. Vivimos una locura, el sector del acero está acostumbrado a los desafíos y fue tal vez el más importante. En ese contexto, insisto, el sector ya comenzó una ruta de descarbonización basada en lo que la International Energy Agency (IEA) tiene en un apartado de su documento emitido en 2020, donde para algunos sectores hard to abate, como el cemento, el químico, acero y aluminio, trazó una ruta muy general global sobre cuáles serían los caminos hacia la descarbonización. El sector tiene bastantes certezas, por lo menos en el mediano plazo, sobre qué debe hacerse para bajar las emisiones de CO2, lo estamos haciendo. En mi agenda está en el lugar número uno. Los CEOs de empresas brasileras, mexicanas, colombianas, chilenas, peruanas, ya están tomando acciones de eficiencia energética, mejor uso de recursos como el agua, capturar el carbono que emiten en los procesos productivos, usar más chatarra, más energías renovables, hacer convenios con clientes y proveedores para sintetizar el proceso, porque esto no se hace solo. De nada sirve que el acero se descarbonize si no lo hace también el mineral de hierro y el sector automotriz, que a su vez tiene que pedirles a sus proveedores que hagan lo mismo. A nivel industrial, lo nuestro no es sólo declarativo.

Argentina construirá el gasoducto Néstor Kirchner. ¿Qué significa para la actividad siderúrgica y la región?

Es algo excelente, un caso que me interesa mucho porque es regional y energético. Significa una oportunidad enorme para Argentina y la región. Argentina dejaría de importar en los puntos altos como el invierno. Eso ahorra divisas y ya sabemos lo que significa paro un país que requiere dólares. Por otro lado, se podría abastecer con gas natural, de forma más económica, no sólo residencias que hoy tienen una garrafa, lo cual es un gran logro, sino también a industrias. Sobre todo, en el centro y norte argentino que no tienen gas natural para producir y hacerlo con garrafa o gas licuado, también es mucho más caro. Incluso se habla de exportar, por lo menos, a países como Chile incluso, eventualmente hasta Brasil. Una segunda etapa, que, a mi criterio, es la gran oportunidad, sería licuar ese gas y exportarlo en barcos a cualquier lugar del mundo. Las oportunidades para Argentina y la región son enormes. Brasil está discutiendo el tema. Hay un plan gas que nunca se llevó adelante y hay que ver que hacen para el futuro. Podría ser un aliado energético. Traería beneficios colaterales para Argentina en el desarrollo energético, ya que Brasil está mucho más avanzado por cuestiones naturales. Insisto en que la región tiene una gran oportunidad frente a los cambios que se avecinan para los próximos 20, 30 años en materia energética ligado al cambio climático. Hoy estamos hablando de Rusia como potencia mundial, de los Países Árabes que tienen petróleo y gas que integran la OPEP.  Estados Unidos tomó la delantera en lo que es shale gas, ya tiene su independencia y hasta exporta gas natural y petróleo. Eso, geopolíticamente, es un fenomenal poderío. Latinoamérica podría hacerse eco de esta oportunidad, porque hoy se habla de las energías renovables e incluso del hidrógeno verde. Las renovables hoy representan nada más que el 10% de la matriz energética global, el 90% continúa siendo de energías fósiles. Hay que ser bien cautos de la oportunidad, pero también de los riesgos. Debemos ser realistas. La inversión en renovables está creciendo exponencialmente en el mundo, incluso China está invirtiendo en proyectos de forma creciente. Si proyectamos de acá a 10 años, estaremos en 20, 30 o 40%, seguiremos dependiendo de los fósiles en un 60%.

Queda abierta una ventana importante para los fósiles…

Los fósiles no son todos lo mismo. Tampoco es lo mismo el carbón que el gas natural. Para el proceso productivo del acero, sobre todo en China, se usa carbón vegetal y es el más contaminante. El gas natural es fósil pero mucho menos contaminante que el carbón vegetal. Entonces se le llama el “combustible de transición” para fabricar acero, pero también para otros productos en los próximos 10, 20 años. Tenemos que aprovechar el gas natural abundante y por ende a bajo costo. Vaca Muerta es el segundo reservorio de shale gas del mundo. También tiene oportunidades México. La cuenca que explotó Estados Unidos en Houston, tiene una pancita en México y no lo están discutiendo todavía. Para los próximos años hay que fomentar esto y sobre todo la política pública tiene que generar las condiciones para que vengan los proyectos, se abarate la oportunidad de invertir. En paralelo aprovechar la abundancia de gas natural en nuestra esta región. Además, ¿por qué no pensar en una Latinoamérica siendo un actor regional en esta geopolítica mundial? La energía siempre va a ser un factor de geopolítica y de poderío en el buen sentido. El primer beneficiario va a ser la propia región que requiere dinero y recursos para combatir la pobreza y la indigencia. Hay una oportunidad, tenemos que hacer mucha tarea y se requieren políticas más allá de los partidos políticos. Eso todavía lo tenemos que resolver en nuestros países. La oportunidad está e impacta de lleno a nuestra industria.

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