La industria naval calienta motores

19 junio, 2014

Los astilleros registraron un fuerte crecimiento en los últimos diez años aunque aún permanecen presentes algunos resabios de la destrucción que la industria sufrió en década del 90. El rol de Brasil como principal productor naval de la región y la tecnología de punta aplicada por los fabricantes chinos y japoneses, son líneas a seguir aunque también duros frentes con los cuales competir. La continua expansión de la exportación de granos y la recuperación de YPF plantean un escenario optimista para el futuro naval.

La destrucción de la industria local por las políticas neoliberales impuestas en la década de los ’90 son por demás conocidas. Sin embargo, más de veinte años después algunos sectores productivos siguen sufriendo las consecuencias de las cuales es difícil desprenderse. La industria naval es un ejemplo de esto, ya que si bien en la última década creció exponencialmente, recién está zarpando y tienen un largo trecho por recorrer para ser competitiva internacionalmente en la fabricación de naves. Los astilleros son optimistas para el futuro teniendo en cuenta el sostenido crecimiento de la exportación de granos y la nueva oportunidad que se abre con el aumento de la producción de la nacionalizada YPF.

La aprobación de una ley para darle incentivos a la industria naval es una de las deudas que tiene la política para el sector que actualmente cuenta con más de 8 mil obreros y más de 750 ingenieros matriculados en el país.

Del total de la flota naval pesada del país, el 93% está compuesta por buques que son usados e importados. Esto demuestra la realidad del sector aunque es para destacar que en el caso de embarcaciones nuevas un 4% son de origen nacional; mientras que sólo el 1% son extranjeras.

El resultado de las políticas de los ’90 fueron astilleros, talleres y proveedores navales cerrados; trabajadores en la calle; empresarios fundidos y jóvenes huyendo del país. Al contrario, en los últimos diez años vemos un compromiso y un plan a favor de la industria nacional en donde nos destacamos por la calidad de la mano de obra y la cantidad de acero que se procesa, indicó Miguel Sánchez, presidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval (ABIN) en diálogo con Ámbito Industrial+Pymes.

Resurgimiento

El Astillero Río Santiago es uno de los ejemplos de la recuperación del sector en los últimos años, y de lo que se puede esperar para el futuro. La empresa tiene firmados 22 contratos para la construcción de embarcaciones nuevas y renegoció los términos del acuerdo firmado con la petrolera venezolana PDVSA. El contrato inicial, suscripto por los por entonces presidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez, incluyó la fabricación de dos buques de 47 mil toneladas, por un monto de u$s 112 millones, con la opción de construir dos naves más. En este marco se terminó de construir en 2012 el Eva Perón, que se convirtió en el buque de doble casco más grande construido en el país en los últimos 30 años. El mismo fue destinado al transporte de derivados de petróleo, con capacidad de hasta 47.000 toneladas de porte bruto.

Además, el astillero cuenta con otros acuerdos que abarcan la construcción de 6 bulk carrier -barco para el transporte de cargas secas a granel- de 40 mil toneladas, 4 bulk carrier de 20 mil toneladas y 3 bulk carrier de 12 mil toneladas. También hay un contrato con la Armada Argentina por el cual se construirán 5 buques, 2 remolcadores grandes, 2 remolcadores chicos y 1 aviso. De esta manera el astillero volverá a producir navíos para la Armada, propósito original por el cual fue fundado.

El crecimiento de la industria naval está íntimamente ligado con los distintos sectores manufactureros del país. La mayor producción y exportación de oleaginosas y los importantes descubrimientos de combustible realizados por YPF en los últimos meses son sólo dos ejemplos que impactarán directamente en la producción de los astilleros. La industria naval comparte y acompaña el crecimiento de muchos sectores productivos. Somos parte del proceso de la industrialización del campo cada vez que los granos se transportan por barcazas y remolcadores.

Además, somos parte de la competitividad de YPF cuando el off-shore, los hidrocarburos, aceites y demás combustibles nos incluyen como industrias con capacidad tanto para grandes construcciones, como de barcazas y de barcos, destacó Sánchez.

Desde Río Santiago aseguran que la creación de puestos de trabajo ya no es una preocupación, debido a que hay empleo asegurado hasta 2025. Sin embargo la incorporación de tecnología es uno de los próximos desafíos para competir con la producción de Brasil o de los países asiáticos.

Necesitamos mejorar ciertos aspectos que tienen que ver con la productividad y la inversión tecnológica para que nos mantenga competitivos frente a otros astilleros de la región de Latinoamérica, comentó Héctor Scavuzzo, presidente del astillero.

A diferencia de lo que sucede en China o en Brasil que en los últimos años mejoraron su tecnología en la fabricación de naves, en Río Santiago aún se mantiene gran parte del equipamiento instalado desde sus orígenes. China y Corea son el termómetro que miden el ritmo en que marcha la industria naval en el mundo. El gigante asiático ganó mercados a su principal competidor que eran los europeos.

Las grandes construcciones de barcos ya se concentran en los astilleros chinos y no más en Europa, donde han debido cambiar sus estrategias y perfilarse hacia la construcción de embarcaciones de mediano porte o hacia productos de elite y alta tecnología. Por su parte, nuestro país vecino es un protagonista destacado en la región, avalado con un fuerte impulso a partir de la construcción de sus nuevos astilleros dotados con la más moderna tecnología.

Ley

Más allá del origen de los buques, todos tienen un denominador común y es que las empresas extranjeras cuentan con distintas líneas de crédito, incentivos de tipo legal, fiscales, impositivas, crediticias y laborales. Esto en la Argentina no sucede y es allí donde los astilleros locales encuentran dificultades para competir en el exterior.

Desde la Federación de la Industria Naval Argentina (FINA) consideran como vital el dictado de una ley que pueda establecer un programa de largo plazo que asocie la demanda con la oferta.

Actualmente, en la Cámara de Diputados espera tratamiento el proyecto de ley denominado Régimen de Promoción de La Marina Mercante Nacional y la Industria Naval Argentina. Cuando se logre aprobar la ley que impulsamos, las perspectivas se multiplican para todos los integrantes de nuestro sector porque tenemos una cadena de valor muy rica, que impacta favorablemente directa e indirectamente a varias regiones del país, agregaron desde ABIN.

El primer mercado que nosotros tenemos que ganar es el nuestro, el argentino, para que no lo sigan tomando las empresas extranjeras. Para ello, tener una ley es fundamental. No buscamos la mejor ley, sino la primera, resaltó Sánchez.

Por otra parte, la importación de buques y artefactos flotantes en calidad de usados, autorizados por la resolución 909 del año 1994 que puedan ser construidos por la industria naval argentina, crea un marco de competencia desleal, alertan en el sector.

Además, el proyecto de ley consensuado prevé la conformación de un fondo crediticio especial y ventajas impositivas a favor de la construcción de embarcaciones por parte de astilleros nacionales privados y públicos, incrementando la inclusión de más mano de obra e ingeniería, incorporando más y nuevas tecnologías y favoreciendo la recaudación fiscal sobre un sector plenamente activo.

Desafíos

En el marco del proceso de sustitución de importaciones impulsado por el Gobierno, la industria naval también se sumó a este compromiso y fijó distintas metas. Para ello confeccionó un plan productivo que incluye la construcción en el país y por astilleros nacionales de buques y barcazas fluviales (graneleras, mineraleras, portacontenedores, hidrocarburíferas), remolcadores (de empuje, de puerto y costa afuera), entre otros, con más del 65% de componentes nacionales, 100% de acero naval argentino y la consolidación de los puestos laborales existentes más un incremento estimado de los mismos en un 50%.

Con más de 8 mil kilómetros de costas fluviales y marítimas los astilleros se muestran optimistas respecto del futuro. En este contexto, la Mesa Nacional de Concertación de la Industria Naval Argentina, un espacio de diálogo presente desde 2008, se muestra como el lugar en donde obreros, profesionales, universidades, industriales, sector público y privado, debaten objetivos y discuten ideas de cara a los próximos años.

La industria naval ya zarpó pero aún le resta enfrentar un mar que se presenta desafiante hacia el futuro. El diálogo, la producción y una alianza estratégica con los líderes del mercado mundial serán claves para que la industria local llegue a un buen puerto.

Fuente: Ámbito Financiero

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