A pocos días de asumir la presidencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), el empresario Martín Rappallini concedió una entrevista a Ser Industria Radio donde hizo referencia a su proyecto de gestión y los principales desafíos para los próximos dos años.
Consagrado al frente de una lista de unidad, Rappallini sostuvo que es necesario acordar “un Nuevo Contrato Productivo, un compromiso de la sociedad en todos los niveles” para avanzar en conjunto hacia “un país más competitivo y más eficiente”.
Asimismo, anticipó que trabajará para bajar el costo argentino, haciendo propuestas y dialogando con el Gobierno. Además, remarcó la necesidad de aprobar las postergadas reformas tributaria y laboral, fundamentales para “nivelar la cancha”.
También analizó la política arancelaria de Estados Unidos y trazó una comparación con las políticas que aplican países vecinos como Brasil, Uruguay y Paraguay para promover sus industrias.
Actualmente hay gran disparidad entre los sectores de la industria. ¿Es posible que haya oportunidades para todos?
Estamos viendo una realidad muy heterogénea y sectores muy golpeados. Todo lo que es mano de obra intensiva y muy transable, está con una caída de actividad, pasa por un momento muy difícil. También lo relacionado a materiales de la construcción. Hay que trabajar con propuestas para bajar costos y que estas empresas puedan ser competitivas, lo venimos charlando hace tiempo. Desgraciadamente, a través de los años, Argentina duplicó la presión fiscal, no actualizó la normativa laboral, tuvo muchos problemas de financiamiento… Al tener una economía inflacionaria no había ahorro ni créditos para todos, que es algo tan importante como los problemas de infraestructura y capacitación de nuestros trabajadores.
¿Esas cuestiones hacen afectan la competitividad?
Si, trabajar sobre éstos temas hace posible bajar los costos. Cuando decimos que los costos en Brasil están un 25, 30%, más bajos que en Argentina, es cierto, porque hace 20 años tomaron a full esta agenda productiva, de competitividad, haciendo una reforma fiscal, reforma laboral, teniendo un banco de desarrollo. Capacitaron a 80 millones de personas, hicieron una inversión muy importante en infraestructura, puertos, rutas. Es lo que entendemos como un modelo industrial, ayudar a que las empresas sean más competitivas. Somos un sector transable que compite con el mundo, sí o sí tenemos que integrarnos y de la única manera que nos integramos es siendo competitivos. El aislamiento lo único que genera es la imposibilidad de crecer y es lo que nos pasó en los últimos 14 años, porque desde el 2011 no crecen el empleo ni la industria. La integración al mundo tiene muchos desafíos, es empezar a jugar el partido en otras ligas y hay que estar a la altura. No podemos estar con la mochila llena de piedras, porque jugamos con países que vienen “entrenando” a sus jugadores, tratándolos bien y en muchos casos, subsidiando sus exportaciones.

Justamente se anunció una quita de impuestos…
Se sacaron las retenciones para la exportación a 4.100 productos industriales, casi todo el sector PyME. Eso era una anomalía. Argentina cobraba impuestos para exportar contra un mundo que subsidia las exportaciones, porque los países entienden que es la forma de generar divisas. El gran desafío es entender que hay que bajar los costos y ser más competitivos. Por eso, en mi discurso de asunción, hablé del Nuevo Contrato Productivo.
¿En qué consiste?
En que todos los actores sociales, el Estado, los trabajadores, la academia, la educación, los que formamos parte de esa estructura, tomemos compromiso con la baja de costos y la mejora de la competitividad. Es lo que vemos en muchos países que han logrado un gran nivel de industrialización, como Corea y Japón, donde hay una conciencia colectiva de que cada eslabón impacta en la cadena. Hay que trabajar en todos los niveles de la economía para lograr esa competitividad sistémica.
El secretario de Comercio, Pablo Lavigne, dijo que Argentina tiene precios más altos que el resto del mundo debido a los márgenes de ganancia que tienen las empresas. ¿Es un diagnóstico correcto?
Cada precio está compuesto de una cadena de valor de proveedores, materias primas, transporte, en el medio pueden haber dos o tres procesos, la distribución, la venta… En cada etapa, esa cadena de valor tiene distorsiones. Ahí tenemos el problema financiero, la inseguridad jurídica, los problemas laborales… Entonces, todo sale más caro… Muchas veces, en la Argentina de la economía de inflación, un municipio subía impuestos, se bloqueaba una fábrica, estaba la industria del juicio y parecía que esas cosas no tenían impacto. Pero estas distorsiones chiquitas son lo que generan el costo argentino. Hay que trabajar en la competitividad sistémica de cada eslabón, porque no hay industria sustentable si no somos competitivos. No podemos desarrollar un sector industrial si los productos que hacemos no son de extrema calidad y con un costo competitivo. Es lo que tenemos que entender como defensores de la industria. Queremos un sector industrial integrado, preparado, con inversión y sin la mochila de distorsiones que se vienen acumulando desde hace 20 años. Este es el planteo central.
Entonces, ¿el Gobierno tiene un mal diagnóstico?
Nosotros estamos casi por debajo de la inflación. Seguramente en algún sector habrá algún margen alto, pero en la industria, en general, estamos con márgenes muy exiguos. En el último año y medio tenemos casi la mitad de la inflación general. Si hay un 120%, estamos en un 60%. En los últimos meses, cuando se está hablando de un 2,5%, la industria está en torno a 1,2 a 1,5%. Fuimos acompañando el proceso de desinflación. Entiendo que a veces es difícil explicarlo, porque cuando estabilizás y frenás, se empiezan a ver todas las distorsiones y los precios en algunos rubros son altos. Hay que trabajar para bajarlos.
Dos temas claves: las reformas tributaria y laboral. ¿Hay algún avance?
En la UIA tenemos Departamentos de primer nivel en ambos aspectos. Estamos analizando las propuestas del Gobierno y elaborando las ideas que vamos a acercarle. En los próximos meses vamos a trabajar muy cerca de los que se están ocupando de estos proyectos y les llevaremos nuestras inquietudes.

En el New York Times, Thomas Whitman, en relación a la guerra de aranceles entre EE. UU. y China y el traslado de las fábricas, hablaba de que los productos deberían, decir “hechos en EE. UU. por trabajadores estadounidenses en asociación con capital y tecnología china”. ¿Ese camino también debería implementarlo Argentina?
Es muy interesante la pregunta y también el tema porque creo que hay un nuevo orden internacional y una nueva mirada sobre la riqueza. Creo que quizás hace 20 años, se generó un criterio en Wall Street donde decían “en la producción es donde menos dinero se gana”. Entonces, yo diseño, tengo la marca, tercerizo la producción y me quedo con los que ganan más dinero. Pero pasaron las décadas y se dieron cuenta que el que producía, después diseñaba e innovaba. La mejora continua hacía que al final del día el valor se generaba en la producción. Se dieron cuenta que perdieron muchos negocios, porque en Oriente fabrican lo que hacía Occidente y en el proceso de mejora continua optimizaron los productos. Hay un proceso de repatriación en Europa y Estados Unidos, una revalorización de que el sector productivo genera el valor, también una mirada de competitividad. Se habla de los aranceles de Trump, pero Trump está diciendo “quiero que Estados Unidos sea el país más barato para producir”. Está poniendo el foco en los productos transables, industriales, donde va a tener que bajar los impuestos y las regulaciones, porque entendió que el sector industrial está jugando un partido global. Es otro concepto interesante.
Un concepto a considerar…
Fíjate lo que pasa en dos países cercanos. Paraguay tiene una Ley de Maquila en la que la producción tiene impuestos “cero”. Quien produce en Paraguay y el producto importado, tienen el mismo costo impositivo. Igualan la cancha. Y el sistema de Uruguay, a través de la Zona Franca, es parecido, más territorial, porque se definen áreas que son como parques industriales, donde la producción está exenta de impuestos y al ingresar al país paga los mismos aranceles que el producto importado. Hay una mirada sobre el sector industrial dándole las condiciones para que compita con el mundo. Es lo que estamos planteando desde el año pasado, la posibilidad de que la industria tenga las mismas condiciones que sus competidores. Porque el concepto de competitividad es relacional, debemos comparar con otros. Es fundamental entender que, lo que es no transable, como una farmacia, una compañía segura interna del país, se compara con una compañía segura de acá, no con una empresa china ni de otro país, es una economía que compite con las mismas reglas. En cambio, nuestra competitividad tiene otra exigencia, porque nos medimos con un productor global. Requiere una mirada diferente en los costos de producción.
¿Es necesario definir una política industrial?
Es importante que empecemos a definir qué es industrialismo. Ser industrialista es mejorar las condiciones de competitividad. Si a las fábricas argentinas les duplican los impuestos, no les actualizan la normativa laboral, no se les dan buenos créditos, ni buena infraestructura, no se capacita a la gente, no podemos hablar de industrialismo. Industrialismo no es solamente proteger, sino dar las condiciones para que nuestras empresas sean lo más competitivas posible. Es un concepto que hay que poner arriba de la mesa para discutirlo.
Sin industria no hay producción, empleo, ni recursos…
Exactamente y de la situación que vivimos se sale produciendo y trabajando. Por eso remarco el concepto de Nuevo Contrato Productivo, porque tiene que haber un compromiso de la sociedad en todos los niveles para tener un país más competitivo y más eficiente. La excelencia tiene que ser el objetivo de todo el país. Porque si no, después estamos buscando atajos: devaluaciones o que nos salva la minería, nos salva la energía… Son factores importantes, pero la Argentina va a salir cuando seamos eficientes, productivos, competitivos a nivel mundial. Si no lo entendemos, podemos tener algún veranito y alguna generación de materias primas, pero la gran salida es producir al menor costo posible y con la mejor calidad. El gran desafío que tienen el sector industrial y la economía argentina es apostar fuerte a la excelencia.