Preocupa la bajante del Paraná y los pronósticos no son alentadores

2 junio, 2021

El ingeniero Juan Borús, subgerente del Sistema de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), se refirió a la bajante del río Paraná. En ese sentido, señaló que los pronósticos indican que continuará la sequía. Esto se da un momento clave de la exportación de granos, esta situación complica la navegación fluvial.

En diálogo con Ser Industria Radio, el especialista explicó que respecto a lo sucedido el año pasado, el panorama es más grave porque las reservas en los embalses en la alta cuenca del Paraná, Brasil, son 33% menores que las que había en el 2020.

Además, Borús manifestó que están trabajando para evitar que falte el agua para el consumo urbano en las ciudades cercanas al río y estimó que el fenómeno natural se prolongará varios meses. Sostuvo también que se trabaja mancomunadamente con los demás países vinculados a la Cuenca.

Venimos de un 2020 complicado, con una bajante histórica del Paraná ¿Cuál es el panorama actual?

Hace cinco meses estábamos en una situación de bajante, pero se dio una lluvia en un lugar de respuesta rápida de la Cuenca y supusimos que eso podía llegar a ser permanente o podía llegar a mejorar. Pero fue algo fugaz, desapareció el evento, no volvió a llover y la cosa se fue complicando. Actualmente estamos en un otoño que nos recuerda al del año pasado, que fue grave. La situación es mala y con una perspectiva mala también. Obviamente una primera preocupación que tenemos es la de la navegación comercial fluvial. Es muy importante para la Argentina, en el arco portuario que tiene fundamentalmente a Rosario, San Pedro, San Nicolás, por donde sale la mayor parte de la gran producción agrícola y la operatoria logística. En general se concentra en el otoño, por eso estamos tan preocupados y siguiendo con pronósticos permanentemente la evolución.

¿Cuáles son los indicadores que siguen para conocer cómo evoluciona esta situación?

El primer indicador es el que se obtiene en cada reunión mensual con el Servicio Meteorológico Nacional. Allí, se corre el horizonte de prospección climática. La última se hizo el viernes pasado y se corrió hasta el 31 de agosto. Tenemos, por lo menos hasta esa fecha, una perspectiva muy mala. El clima no favorece para nada, la sequía va a continuar en toda la Cuenca del Plata, especialmente de la mitad norte. Eso significa que la parte de Brasil del río Paraná, incluida la Cuenca del Iguazú, va a continuar con lluvias muy escasas y con aportes de caudal muy escaso. Esta situación, a los cinco países de la Cuenca del Plata, nos está pegando duro, muy especialmente a la República del Paraguay que tiene necesidad de sacar su cosecha de granos. El año pasado se sacó por el este paraguayo a través de barcazas que pasaron por la esclusa de Yacyretá y prosperaron hasta el puerto de Rosario. Eso se resolvió con una logística entendida entre Brasil, Paraguay y Argentina, muy aceitada, muy bien lograda, en tres oportunidades. Este año estamos ante una situación parecida o peor. Tenemos el mismo acuerdo entre los tres países, pero con mayores limitaciones. Eso significa menores posibilidades de lograr buenas condiciones en la navegación fluvial en base a la persistencia de la sequía que hemos tenido, que hace que las reservas en los embalses en la alta cuenca del Paraná en Brasil sean un 33% menos que las que había el año pasado a esta altura. Eso es muy grave y nos limita tremendamente.

¿Las ciudades que están sobre el Paraná corren riesgo con la provisión de agua para consumo urbano?

En todas las reuniones del año pasado y en las de ahora, como Paraguay mostraba su preocupación por la salida de la cosecha, que es totalmente lógica y entendible y a Brasil le importaba mucho el cuidado de las reservas en los embalses, por una cuestión de generación eléctrica, la preocupación mayor de Argentina fue que no faltará el agua para ese consumo vital. Y entendiendo además que en todas las ciudades ribereñas no hay dos tomas iguales. Algunas son fáciles de resolver, otras no tanto. Cada una adopta un criterio distinto y desde el Estado Nacional, especialmente desde la secretaría de Infraestructura y Política Hídrica y desde el instituto Nacional del Agua como herramienta técnica, se está tratando de hacer todo lo posible por asistir a las provincias de tal manera que esos problemas sean paliados en esta instancia y con el panorama tan malo que tenemos.

¿Cómo están trabajando con los otros países que integran la Cuenca del Plata?

Entre el 2011 y 2016, se desarrolló el Programa Marco entre los cinco países, que permitió abordar la amplia problemática de situaciones que hacen a la Cuenca, con un objetivo de coordinación. Realmente se avanzó con ese programa que fue muy fructífero, permitió un sinnúmero de reuniones técnicas con especialistas de muy distintas disciplinas y a partir de ahí quedó asentado un lenguaje común, un entendimiento. Dada esta situación de bajante tan extrema nos permite afrontarla de una manera mejor, sabiendo que del otro lado hay una persona que conocemos, que entienden nuestros problemas mientras nosotros entendemos los suyos. Eso se maneja excelentemente bien. El año pasado la experiencia de las tres descargas especiales que se hicieron para favorecer la navegación fluvial, fueron muy exitosas, demandaron la logística de muchas organizaciones de parte de Brasil, Paraguay. Desde Argentina aproximadamente siete instituciones nacionales estuvieron dedicándose a la logística y al seguimiento. Todo salió redondo y este año estamos en pos de lo mismo, pero con condiciones mucho más complicadas porque el panorama realmente es malo. La tendencia climática, que en términos formales alcanza al 31 de agosto, personalmente me animo a decir que muy probablemente vaya más allá y que aborde gran parte de la primavera. Creo que en octubre de este año no vamos a estar en una condición normal ni remotamente, con lo cual preparémonos para que esta situación sea larga y tomemos todas las medidas para que el impacto sea menor.

En esta tendencia de sequías ¿cuánto tiene que ver el cambio climático?

Te respondo desde dos puntos de vista. El cambio climático es algo que uno aborda en los grandes plazos, en escalas temporales. Veinte años atrás tenía mis grandes dudas sobre el cambio climático. ¿Qué empezó a pasar para que nosotros, los que seguimos el monitoreo del día a día, nos diéramos cuenta de qué realmente es el cambio climático? La variabilidad climática tan potenciada es una manifestación de ese cambio, es el que nos hace pensar que podemos pasar de un escenario muy húmedo a uno muy seco y al revés en poco tiempo. El 2009, fue un año muy llamativo en ese sentido, porque empezamos con una bajante como la que estamos teniendo ahora, tuvimos un primer semestre de aguas muy bajas en el Paraná y un segundo semestre que terminamos en diciembre con niveles de inundación. Fue el único año en el que tuvimos una bajante grande y una crecida grande. Lo mismo en el 2019. En el río Paraguay tuvimos en el primer semestre una de las crecidas más importantes y a continuación, a partir de la tercera semana de junio, dejó de llover en la Cuenca del Paraguay, no cayó una gota más y tuvimos el descenso más persistente de la historia. Fueron 156 días permanentes de bajante. Hablar permanentemente de que estamos en una situación que no se dio nunca o que se dio hace 50 años, es una manifestación de la variabilidad climática que hay que relacionar con el cambio climático, hay que aceptarlo así. El otro aspecto de la pregunta que me parece importante, es lo antropogénico. Es evidente que los cambios de uso del suelo que ha habido en la Cuenca del Plata, hacen que las respuestas hidrológicas ante los eventos extremos, sean más marcadas, se potencien los extremos cuando se da una situación de seca. Enseguida se nota cuando se da una situación de humedad que empieza a llover y llueve por todos lados. Precisamente por eso en este momento estamos rogando que llueva en cierto lugar en el que se ha corrido la frontera agrícola y el suelo tiene una capacidad de respuesta más rápida. Hoy vendría muy bien que lloviera para tener unas respuestas rápidas y que el caudal en el Paraná, por lo menos momentáneamente, se levantara de lo malo que está. Pero los cambios de uso del suelo, que tienen que ver obviamente con lo antropogénico, no hay ninguna duda, cambian la respuesta hidrológica de las cuencas.

¿Cuál es esa región donde debería llover cuánto antes?

Hay una región en la que estamos con la atención permanente. Nosotros hacemos monitoreo diario y sub diario. Si uno se ubica en la mitad entre Puerto Iguazú y Posadas, en el centro de Misiones y traza un círculo de 200 kilómetros a la redonda, le va a quedar marcada una zona que tiene tres características fundamentales. En primer lugar, es la zona de la Cuenca del Plata en la que más llueve en el año. Si uno mira las isoyetas anuales, habitualmente es donde más llueve. Por otro lado, si uno ve cómo esa lluvia se distribuye a lo largo del año, se va a dar cuenta que esa zona no tiene estacionalidad. Por ejemplo, en las Cataratas no hay ningún mes del año en el que alguna vez no se haya dado el máximo anual o el mínimo anual y no tenemos estacionalidad. La tercera característica es que tiene la respuesta rápida precisamente y lo que decía antes sobre los cambios de uso de suelo en gran medida. Pero también las condiciones morfológicas naturales que tiene esa región hacen que cuando llueve, cuando se da un evento intenso o medianamente persistente, hidrológicamente la respuesta es rápida y los afluentes del Paraná, reaccionan rápidamente y se genera una onda de crecida. Esa es, concretamente, la zona en la que uno está poniendo toda la atención.

En momentos en que se debate el futuro de la Hidrovía, ocurre esta bajante…

Realmente asusta un poco, porque si uno mira la historia hay ciertas coincidencias. La epidemia de fiebre amarilla coincidió también con una bajante importante del río Paraná. La dos Guerras Mundiales, también y esta pandemia coincidió prácticamente con la bajante de la Cuenca del Plata. Son dos cosas totalmente distintas, pero doblemente graves. La pandemia, con todo el drama que estamos viviendo y la bajante que nos pega económicamente muy duro. Porque tengamos en cuenta que la navegación fluvial, la salida de los buques con los granos está teniendo hoy un calado 15% menor que el habitual o sea hay un 15% menos de capacidad de los buques de sacar nuestra cosecha cuando estamos necesitando desesperadamente vender para tener ingresos. Ese es uno de los tantos impactos que estamos padeciendo. 

¿Cómo afecta al Río Uruguay?

A la Cuenca del Uruguay, que es la del Plata obviamente, siempre se la trata separadamente por una cuestión morfológica y la muy buena hidrografía que tiene en su margen izquierdo brasileño. En general, si una semana hay un evento, un frente que barre la cuenca y llueve en varios lugares, tiene una respuesta rápida, una mejora muy buena. Pero, así como mejora, pasa rápido y baja enseguida. El río Uruguay es muy oscilante. Si uno ve cómo varió la serie cronológica del caudal entrante al embalse de Salto Grande, hay variaciones muy fuertes con unas bajadas muy marcadas. Eso es típico de este río que obliga a un seguimiento de muy corto plazo. El río Uruguay nos obliga como hidrólogos a estar doblemente pendientes no sólo de las lluvias, sino de cómo está antes de que empiece a llover.

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