“Cuando la macroeconomía no funciona, no hay política industrial que sirva”

Domingo Contessi consideró que Argentina está perdiendo mercados y competitividad.

Domingo Contessi y el pesquero “Nuevo Anave”.

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8 agosto, 2023

En el marco de la botadura del pesquero “Nuevo Anave”, Domingo Contessi, presidente del astillero Federico Contessi, dialogó con Ser Industria y analizó el momento que atraviesa la actividad productiva argentina, y la política industrial. Sostuvo que, a pesar de las dificultades, “nuestra vocación es la de trabajar”.

En ese sentido, el empresario señaló que “hoy tuvimos la segunda botadura del año. Posiblemente de las seis previstas, hagamos solamente tres o a lo sumo cuatro”. Dijo además que, a pesar de que ha habido muchas políticas públicas a favor de la industria, “cuando la macroeconomía no funciona, no hay política industrial que sirva. Es lo que nos está pasando”.

No obstante, refirió que en el astillero hay cuatro barcos en construcción y están terminando una nueva nave industrial que permitirá agregar dos gradas para fabricar dos barcos grandes o cuatro pequeños. Contessi también recordó a su padre, Federico fundador de la compañía, recientemente fallecido. “Todo lo que tiene esta empresa es heredado del laburo del viejo. Tenemos que estar a la altura de las circunstancias para mantener estas banderas de producción. Ojalá que Dios nos dé fuerzas para hacerlo”, expresó.

Esta botadura se produce en un momento difícil para la industria…

Sí, es un momento complicado para la industria en general. Sin precios relativos, con aumento de costos permanentes, en dólares. Se hace muy difícil ser industrial en este momento en la Argentina. Comparto muchos grupos con industriales de otros rubros. Todos tenemos la misma sensación, que somos el eslabón de la cadena productiva olvidado a pesar de que ha habido muchas políticas públicas a favor de la industria. Cuando la macroeconomía no funciona, no hay política industrial que sirva. Es lo que nos está pasando. 

¿Cómo se puede trabajar sin una política industrial que sirva de marco? Vemos que hay en construcción algunos barcos…

Por un lado, está la decisión política de la empresa. Por otro, la vocación y la inercia. Vamos a empezar por lo último, la inercia. Las decisiones de construcción del barco se definen mucho tiempo antes. La construcción del buque botado hoy se definió hace tres, cuatro años. El cliente estuvo esperando durante tres años el turno. Y después tuvo un año prácticamente de trabajo. Entonces, esta botadura es como una foto que se sacó hace cuatro años y hoy vemos la foto impresa. O como una estrella que dejó de brillar hace cuatro años, pero cuya luz todavía sigue llegando a la Tierra. No sirve analizar esta realidad de la botadura para decir “que bien que está el sector hoy”. Por su parte nuestra vocación es la de trabajar. Para nosotros es un momento soñado en términos de cantidad de barcos que estamos construyendo, de órdenes de compra que tenemos. A pesar de que sea el peor momento histórico de rentabilidad económica para el astillero. Estamos tratando de apechugar este momento para recoger los frutos más adelante, de no parar. Esta es la realidad.

¿Cómo se manejan esos tiempos con la empresa que encarga del barco?

El barco que hemos botado es una serie que habitualmente construimos en seis meses, pero en este caso tardamos casi un año por distintos motivos. Primero porque tuvimos complicaciones en la llegada de insumos, en el abastecimiento de las materias primas, las importaciones. Segundo porque cuando ya nos dimos cuenta que el barco no llegaba para la temporada de pesca 2022-2023, que en Rawson es de noviembre a marzo, ya daba lo mismo para el propietario botarlo en abril o votarlo en agosto. El propio propietario prefirió hacerlo en esta fecha. Cuando se largan así las obras, también se encarecen. Porque hay un teorema que se cumple muy adecuadamente: cuando se hace un trabajo y le ponés un plazo de concreción corto, se hace en menos horas. En cambio, cuando le ponés un plazo de concreción más largo, se va estirando y se hacen más horas. Esa ineficiencia también puede ser un poco atribuible a nosotros. Pero, en este caso, la mayor parte ha sido por el contexto y la situación de las trabas a las importaciones y las complicaciones económicas que estamos teniendo, en resumen la falta de política industrial.

https://www.serindustria.com.ar/estiman-que-en-cordoba-las-importaciones-bajaron-70/

¿Hoy están perdiendo plata al fabricar un barco?

Sí, totalmente. El balance del 2022 del astillero fue de quebranto. Con muchos clientes estamos trabajando a remito abierto, sin contratar el barco, sino que trabajando en confianza. Y cuando termino el barco, les digo, “esto me salió el barco y este es el precio”, que no es el precio de reposición. Porque el precio de reposición siempre va a ser más alto. Estoy trabajando de esa forma. Por ejemplo, cuando firmé los contratos de los Huafeng, dije, “qué alegría haber firmado”. Firmamos a fines de 2021 para construir seis barcos. que fueron entregados. dos en 2022 y dos en 2023. Estamos construyendo los dos últimos. Al firmar contrato, la estructura de costos me daba que el barco salía 2.9. Hoy ese mismo sale 4.5 o 5. Entonces, yo tengo contrato firmado en ese caso, y el cliente se sienta y renegocia. Pero también me dice, “soy exportador y estoy cobrando, hasta hace poco, un dólar de $ 300”. Y plantea cómo puedo hacerse cargo de un 100 o un 75% de aumento de costos. Esto pasa por fata de política industrial. Si no podés transferir los precios del mercado interno y sos exportador, tenés que dejar de exportar. Fijate las estadísticas: la reducción de las exportaciones industriales de las PyMEs: desde el primer semestre del 2023, fue de casi un 20%.

¿No se advierte este panorama?

Es una situación dramática que no se está viendo. Estamos perdiendo mercados y competitividad. Lo peor de todo es que, cuando venga la devaluación, porque necesariamente va a venir un reacomodamiento de precios relativos y el dólar tiene un precio realmente muy atrasado, va a ser difícil recuperar la competitividad. Porque los precios no se retrotraen de la noche a la mañana. Entonces, el redistribuidor argentino que está vendiendo el acero naval a US$ 4000 la tonelada, estoy hablando de nuestro principal insumo, cuando en el mundo vale US$ 700, cuando le vuelvan a permitir importarlo libremente y tenga un tipo de cambio, va a decir “¿por qué tengo que poner esto a US$ 1000? Si lo vendía a US$ 4000, lo dejo a 3000 o a 2500”. Esa pérdida de competitividad que tiene la Argentina no se recupera en mucho tiempo. Eso es realmente lo que nos preocupa como industriales y que muchas veces las autoridades no ven o no se dan cuenta. Que todo se traslada a precios en el mercado interno, es una realidad. Pero en el mercado externo no se puede trasladar todo a precios.

Transitamos un año electoral-. ¿La política industrial es parte de las propuestas de los candidatos?

No, porque la industria no le mueve el amperímetro al país. Siempre se escucha que la preocupación es la falta de dólares y que a los dólares los genera el campo. Se apuesta a los nuevos recursos que pueden ser el litio, Vaca Muerta, el gasoducto. Pero no se habla de la industria, del potencial que tendría no solamente para generar divisas, sino para ser competitiva en el mercado interno. Es dramático, porque la industria es la que más empleo genera. Y está siendo olvidada desde ese punto de vista. Hemos tenido muchísimas políticas industriales muy buenas, pero que en este contexto macroeconómico se diluyen totalmente. Es como que te regalen un lindo televisor, un cuadro de Monet, tenés un lindo techo, una linda casa, pero faltan los cimientos. Viene el primer viento y se desmorona. La industria no tiene cimientos, al no tener una macroeconomía sana. Así, se complica muchísimo seguir trabajando.

¿Por qué no se tiene en cuenta al sector en la política industrial?

Hemos tenido dólar soja, pero ¿hemos tenido dólar metalúrgico? ¿Dólar industrial? No. ¿Por qué? Porque lo que te decía antes. La industria, lamentablemente, en el contexto de las exportaciones totales es muy chica. El 75, 80% de los dólares vienen del campo y la industria genera un 5%, nada más. Entonces es muy difícil que se piense en este momento de emergencia en medidas paliativas para la industria. Debería pensarse porque, en definitiva, es una cuestión de equidad, de subsistencia. Hay industrias exportadoras que dicen “no puedo exportar más”. Es una realidad que nos está pasando.

En este caso particular, es poco entendible porque un pesquero da trabajo y genera recursos, dólares, aunque no sea la cantidad del campo…

Sí, por supuesto. Además, hoy estamos en un momento, por ejemplo, de cierre de la economía, donde vos me decís, bueno, “pero al armador que quiere comprar un barco en el extranjero también se lo va a complicar”. Es relativo porque generalmente las empresas que compran barcos extranjeros son de capital extranjero que tienen sus recursos fuera del país. O sea que lo pueden comprar y pagar por otras vías. Pero el día que esto termine y se abra la economía, la industria argentina queda completamente desnuda frente a la industria internacional. Nosotros, hace dos o tres años atrás, decíamos que éramos un 10 o 15% más barato que los astilleros españoles. Hoy ni quiero hacer la cuenta… Soy un 30, un 40% más caro. Entonces, ¿quién me asegura que el día de mañana esa situación no haga desaparecer a mi empresa? Para nosotros ser competitivos es una cuestión de subsistencia a largo plazo. Y muchas veces para el político, para el funcionario, no es una prioridad.

Tienen un plan de inversiones. ¿Esta situación lo complica?

Una parte se ha alterado. Tenía contratos para firmar, gracias a Dios no los firmé. Clientes apalabrados, contratos hasta el 2027… De esos 15 o 20 clientes, no sé si la mitad, pero 7, 8 se han caído. Me han dicho, que “en estas condiciones yo no construyo un barco”.

¿Cuáles son las condiciones?

No saber ni poder decir cuál es el precio del barco. Y el cliente decir, “estoy exportando a dólar oficial y no me están dando los números”. En esta situación el cliente se echa para atrás. Muchos dicen que igual llegan, porque tienen la plata, tienen la decisión. Entonces la industria, no se ve 100% afectada, pero se ve afectada. Nuestra voluntad es seguir trabajando y planificando, pensando que esto, en algún momento, se soluciona. No vamos a cambiar el objetivo. Obviamente, el crecimiento va a ser distinto. Hemos planificado para el 2022, cinco botaduras y para el 2023, seis. Hoy tuvimos la segunda botadura del año y vamos a ver si concretamos cuatro, va a estar difícil. Posiblemente de las seis previstas, hagamos solamente tres o a lo sumo cuatro. Así está repercutiendo esta situación en la industria.

¿Cuántos buques están construyendo?

Tenemos cuatro barcos en construcción. Aquí hay cuatro gradas y siempre las tenemos ocupadas. Estamos terminando una nueva nave industrial que nos va a permitir agregar dos gradas de construcción de barcos grandes o cuatro de barcos pequeños como el que votamos hoy. Se puede pensar que es una contradicción, porque estamos agrandando, pero es como decía antes. Cuando planificamos ampliar el astillero, era otro contexto, otra realidad. Incluso en pandemia era otra realidad económica. No podemos empezar y cortar inversiones que duran más de un año, al ritmo de la economía argentina con sus vaivenes. Tenemos que tomar una decisión y tratar de tirarnos a la pileta. Muchas veces nos sacan un poco de agua, nos la vuelven a poner, pero así somos los industriales.

Fue la primera botadura sin la presencia de tu padre, ¿cómo la viviste?

Sí, fue especial… No hay una decisión que tomamos en la empresa sin pensar qué hubiera hecho Federico en ese momento. Y eso ya no es de ahora, sino de hace bastante tiempo, porque nos fue abandonando de a poco, sufría una transición bastante natural, por así decirlo. Somos conscientes, cada uno de nosotros, que todo lo que tiene esta empresa es heredado del laburo del viejo. Es una responsabilidad muy grande, porque implica que tenemos que estar a la altura de las circunstancias para mantener esto trabajando, para mantener estas banderas de producción. Ojalá que Dios nos dé fuerzas para hacerlo.

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