“La inflación es un fenómeno global, pero gran parte se debe a las políticas domésticas”

El economista Alex Horenstein, analizó las causas de la crisis inflacionaria a nivel global y particularmente en Argentina. También hizo un repaso por la situación de la cadena de suministros y las relaciones de nuestro país con EEUU y China.

29 agosto, 2022

Si bien se identifica plenamente con la provincia de Mendoza, en cuya capital transcurrió un tramo importante de su vida, el economista Alex Horenstein, se desempeña desde hace más de una década como profesor de Economía en la Universidad de Miami.

Desde la ciudad estadounidense, dio su punto de vista sobre el panorama económico global, alterado por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. En ese sentido, se refirió a la inflación y la cadena de suministros.

Además, en Ser Industria Radio analizó la situación argentina, las relaciones con Estados Unidos y China y las posibilidades que se presentan ante los nuevos movimientos que se están produciendo en el tablero mundial.

¿Cuál es la relación entre la inflación mundial y lo que atraviesa Argentina?

Es cierto que, en este momento, se trata de un fenómeno global. Dos tipos de shock han afectado a la inflación. Los externos, como el Covid y la pandemia, con todos los problemas derivados en la cadena de suministros, el aumento en los costos de transporte, la menor producción, la menor cantidad bienes, que hacen que aumenten los precios. Eso no depende de ningún país en particular, es un shock global. Ahora tenemos la invasión de Rusia a Ucrania que aumentó el costo de la energía y de muchos commodities. Eso nos afecta a todos. Después están los shocks internos. Los países, ante la pandemia, llevaron a cabo políticas expansivas, empezaron a gastar e imprimir más dinero. Esas son las causas domésticas de la inflación. El mundo esté en una situación de inflación, pero las magnitudes son diferentes. Una cosa es el 8% de Estados Unido o Europa y otra el 100% de Argentina. En síntesis, es cierto que la inflación es un fenómeno global, pero gran parte se debe a las políticas domésticas.

En nuestro país, un sector de la política insiste en que imprimir no causa inflación. ¿Cuál es tu análisis?

Imprimir es causante de inflación. Se podría imprimir si la cantidad de bienes aumenta en proporcionalmente. Un ejemplo simple: si producimos una gaseosa e imprimimos 10 pesos,  la gaseosa puede valer como máximo 10 pesos. Si producimos dos gaseosas e imprimimos 20 pesos, imprimimos más pero cada unidad sigue valiendo 10 pesos. Ahora, si producimos una gaseosa e imprimimos 50 pesos, la impresión va a llevar a que la gaseosa se pueda vender como máximo a 50 pesos. Entonces, decir que imprimir no lleva a la inflación es falso. Entiendo que hay situaciones en las cuáles imprimir puede no causar inflación. Pero cuando la economía está estancada o no está creciendo, la cantidad de bienes no aumenta y si se imprime a mansalva, como se hace en Argentina, la impresión causa inflación.

Tras el impacto de la pandemia, llegó la invasión rusa a Ucrania, que lleva medio año. ¿De qué manera los países de Latinoamérica pueden protegerse de sus impactos?

En el caso particular de Argentina, más que protegernos podríamos hasta aprovechar el impacto. Porque la invasión de rusa está generando problemas en el mercado de granos, que es algo que Argentina produce, pero no está vendiendo por un problema político generado por dólares paralelos, retenciones, etcétera. Las condiciones externas son favorables. Cosas que para el mundo son un problema, para nuestro país no lo son, pero no se está aprovechando. Argentina podría ayudar al mundo a que este problema no sea tan grave, tenemos la capacidad de producir muchos más alimentos de los que consumimos y las condiciones internacionales para aceptar esos alimentos están. El problema es doméstico, exclusivamente.

La evolución de la relación entre EEUU y China, ahora crítica por la situación de Taiwán. ¿Cómo afecta a Argentina?

El desacople de las economías de EEUU y China de todos los shocks a nivel mundial o de todas las cosas que están pasando globalmente, es el evento con mayor impacto de largo plazo. Hará que surjan nuevos bloques económicos si China deja de vender o empieza a venderle menos a EEUU y a sus socios o si EEUU empieza a suplementar las importaciones chinas incentivando la producción en otros lugares, como pueden ser México o Canadá, que son parte de los tratados de libre comercio. De ser así, China va a salir a buscar otros mercados y Latinoamérica puede ser muy bueno porque las economías son complementarias. China produce manufacturas y requiere de commodities para producirlas y darle “nafta” a su economía. Latinoamérica produce esos commodities, entonces es un complemento ideal desde lo económico. Desde lo político, definitivamente no. Son ideologías, maneras de ver el mundo y entender la libertad diferente. Ahí veo el mayor problema. No es una situación mala, se podría aprovechar, ya sea vendiendo productos a China o diciéndole a las otras potencias económicas “miren, ahora está esta nueva potencia que somos complementarias, préstennos más atención porque podemos irnos para allá”. Tenemos algún poder de negociación que antes no teníamos. Si creo que, desde el punto de vista cultural, somos mucho más afines a Europa y EEUU que a China y sería lo ideal por una cuestión de democracia y libertad pertenecer a ese bloque. La oportunidad económica y de negociación, creo que están.

¿En algún momento habrá que optar por una u otra relación o se puede llegar a estar políticamente más cercanos a occidente y económicamente a China?

No tengo una respuesta clara. Lo óptimo sería poder estar bien con todos, pero como dice el refrán “no se puede estar bien con Dios y con el diablo”. En la Patagonia hay una base militar china o una base científica, no sabemos en realidad que están haciendo porque ningún argentino tiene acceso. No creo que a países como EEUU les guste que aparezcan más bases sin conocimiento específico de Argentina, que entre así su principal rival. China no sólo busca la complementariedad económica. Por ejemplo, República Dominicana, que usualmente votaba en favor de la visión de EEUU y Taiwán, sobre Taiwán independiente, ha pasado a votar a favor de China. Después de haber recibido un préstamo de China, cambió su posición. China también usa ese poderío económico para influir las instituciones internacionales. Si influye contra los objetivos de EEUU y Europa, nosotros no podemos decir “somos amigos de los dos”. Podríamos plantearlo, pero no veo muy factible que pase.

A la economía estadounidense le está costando bajar la inflación. ¿Ves un escenario recesivo?

Sí, pero es una recesión muy suave. Si bien hay inflación y va a costar bajarla, porque las condiciones externas para que haya presión sobre los precios de alguna manera siguen, como la guerra a la invasión rusa a Ucrania, la política de Covid en China, que todavía es el principal manufacturero del mundo y los problemas de la cadena de suministros disminuyen, pero todavía existen, la recesión no va a ser tan profunda. EEUU está partiendo de un mercado laboral muy fuerte, sigue con el desempleo históricamente bajo. La principal preocupación que tienen en este momento los hacedores de política de EEUU es no caer en la estanflación, que es inflación y bajo crecimiento. La recesión, en mi opinión, va a existir, pero va a ser suave y los mercados ya lo están descontando. No será tan grave como se creía hace un par de meses. Si uno ve la Bolsa en EEUU, en el último mes ha subido bastante, es fuerte, aunque no está en los máximos.

Las cadenas de suministro y los costos logísticos, afectadas por la pandemia, ¿se normalizarán en el corto plazo?

Los costos logísticos ya están bajando, el transporte de contenedores desde China a EEUU y Europa, no está a los precios históricos, siguen altos, pero bajaron desde aquel pico casi un 20%. Se están normalizando porque la economía entiende la magnitud del shock y se está acomodando. Apenas empezó el Covid, las empresas dijeron “vamos a vender menos”, entonces se dejaron de producir autos porque no iban a tener demanda y las empresas de microchip disminuyeron su producción, pensaban que no iban a tener demanda. Pero desde sus casas, la gente empezó a demandar muchísimos más electrodomésticos, computadoras e impresoras y aumentó la demanda de microchip. También la gente dijo “no quiero viajar más en transporte público porque no me quiero enfermar” y en vez de bajar, aumentó la demanda de autos. A medida que pasa el tiempo todo se acomoda, lo estamos viendo. El Covid trajo cambios tecnológicos. Por ejemplo, si me hubieran dicho en 2019 que iba a dar una clase o conferencia por Zoom, online, hubiera dicho “¿de qué locura me están hablando?”. Hay cambios tecnológicos, todos no estamos ajustando y la economía también.

Respecto a la cadena de suministros y la posibilidad de que las empresas muden sus fábricas a lugares más seguros. ¿Es una oportunidad para Argentina?

Puede ser una oportunidad si el gobierno hace una política económica consecuente con la atracción de capitales. Pero si tiene una política económica donde la gente que invierte no sabe si va a poder sacar dinero, porque de repente no dejan retirarlo o dan un tipo de cambio desdoblado y al sacarlo se pierde un 60% y además debe pagar 50% de impuestos… En el mundo las condiciones están dadas para que haya un reacomodamiento de la producción, para que podamos vender aquello que sabemos producir bien. Es una cuestión de política. Creo que con muy poquito que se haga, no se necesitan grandes cambios, Argentina tendría la oportunidad de tomar partido. No lo veo como un problema económico, sino exclusivamente político ahora.

Argentina tuvo tres ministros de Economía en muy poco tiempo. ¿Eso afecta la confianza de países como EEUU, al que se viaja regularmente para pedir dinero?

Argentina, lamentablemente, se ha vuelto un país marginal en lo económico, en el sentido que menos confianza que la que actualmente proyecta, no creo que pueda proyectar. A esta altura, uno o diez cambios de ministros es lo mismo. Lo que podría proyectar confianza serían acciones concretas. Si Argentina, de repente vuelve a producir y a vender afuera o hace pequeños cambios, desregulaciones, va a generar confianza interna y la economía empezará a funcionar. Capitales de riesgo para invertir en el mundo sobran en este momento. Se han impreso trillones de dólares, billones de euros… En el mundo hay plata hay para invertir, pero nadie va a confiar en Argentina si ni siquiera nosotros estamos confiando. Si ven que empezamos a andar bien, alguien se querrá asociar e invertir. Es muy poquito lo que tenemos que hacer para arrancar, eso de alguna manera me da bronca, con poco alcanza para salir de una vez por todas. Es como un motor que está trabado y hay que sacarle un par de palitos para que empiece a funcionar, no hay que hacer grandes cambios, las condiciones están. Ojalá que eso pase.

¿Cuándo estarás en Argentina?

A principios de noviembre, voy a dictar Seminarios exclusivamente académicos, en las Universidad Torcuato Di Tella y en la de San Andrés. A finales de octubre, estaré en la Universidad Nacional de Cuyo.

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