“Hay un cambio cultural, ya no contamos con trabajadores golondrina”

2 abril, 2022

La presidenta de la Federación Olivícola Argentina (FOA), Patricia Calderón, se refirió en Ser Industria Radio a las dificultades que enfrenta la industria en los meses de cosecha. Al igual que los productores de otros cultivos, la falta de mano de obra, compromete la recolección de los frutos en tiempo y forma.

Indicó al respecto que, pese a la norma que permite desarrollar esa tarea a los beneficiarios de planes sociales, la falta de difusión hace que los trabajadores no confíen en la vigencia de la medida.

No obstante, estimó que en 2022 el sector obtendrá un buen rendimiento. Sostuvo además que, en los años de pandemia, crecieron las ventas al exterior, principalmente a partir de la demanda de Estados Unidos, España y Brasil. En ese sentido, dijo que Argentina se consolidó como el principal exportador de oliva del hemisferio sur.

Hemos conocido que faltaban trabajadores para hacer la cosecha. ¿Se pudo resolver este problema? 

No es un tema de sencilla solución, son muchas las cosas que han ido cambiando en los últimos años. La olivicultura se desarrolla en cuatro provincias: Catamarca y La Rioja hacen aceitunas de mesa. San Juan y Mendoza, variedades para aceite. El momento de cosecha es de febrero a junio. Empieza en el norte, por mayor temperatura y porque arrancan con las aceituneras. Hay un cambio cultural, ya no contamos con trabajadores golondrina. Históricamente iban cambiando de provincia e incluso venían de países vecinos. Hoy, esos dos movimientos están frenados. Por un lado, dejaron de venir del exterior. Entendemos que el tipo de cambio ya no les es redituable y tampoco les resulta fácil enviar dólares afuera. Además, al trasladarse requiere lugares dignos donde vivir con sus familias. Entonces es todo un movimiento muy caro que no les conviene. Permanecen en sus provincias de origen, en el mejor de los casos, percibiendo planes que les permiten subsistir, cuando no son temporadas de cosechas en sus lugares. Cuando uno dibuja el mapa de economías regionales, cada provincia tiene dos, tres, cuatro cultivos distintos y no se cosecha todo junto. Si el trabajador no está dispuesto a migrar, no hay mano de obra que alcance.

¿Hablan este tema con el gobierno?

En los dos últimos años trabajamos junto al gobierno nacional y los provinciales para solucionar los problemas de movimientos entre provincias, en el marco del Covid y para que los trabajadores no pierdan los planes. Porque, en definitiva, es un trabajo de un mes o dos, no es permanente. La conjunción de todo esto lo hace complejo. La mayoría de los productores de aceite estamos cosechando con máquinas. Entonces, si bien uno pide aumentar la dotación en cosecha, no es comparable a la cantidad necesaria si tenés que enviar personas planta por planta, como pasa con la aceituna de mesa.  En definitiva, el problema que se dio en febrero y marzo, no se resolvió. La cosecha avanzó y algunos encontraron solución, otros perdieron un poco, a otros se les maduró y lo mandaron a aceite. Cada productor va viendo cómo se mueve para ir solucionándolo. Muchos están cambiando de varietal para poder admitir la cosecha mecánica. No sólo tenés que cambiar la variedad de aceituna, sino plantar a otra distancia para que las máquinas puedan pasar por las líneas de plantas, que era como se hacía tradicionalmente. 

¿Cómo será la cosecha de este año en relación a los anteriores?

La planta de aceituna tiene una característica: es vecera. O sea que se espera que tengamos un año mejor que otro alternativamente, en cuanto a volumen. No obstante, esa curva se fue achatando. Como país está bueno porque la producción es más estable. El Covid a nosotros no nos perjudicó en cuanto a volúmenes y de hecho el año pasado exportamos 20% más que en el 2020, pero está todo mucho más dificultoso. A lo largo de estos dos años hubo que luchar con cierre de fábricas, cierre de fronteras, falta de camiones, problemas de puertos. Antes llevar la mercadería de acá a Estados Unidos demandaba un mes, hoy tres. Todo el mundo se congestionó desde que empezó la pandemia. En estos años fuimos mostrando que tenemos buen material, tanto de aceitunas como de aceite de oliva y en origen.

¿A qué países les venden?

Actualmente el principal comprador es Estados Unidos, luego España. Brasil nos compramucho, pero logramos salir del MERCOSUR. Y eso tiene que ver con que nuestros aceites y frutas salen en contra estación a ellos y descubrieron que acá hay un polo que no los va a abastecer con las cantidades que quieren, pero les damos material fresco y de buena calidad que les sirve para fraccionar y sacar a sus mercados u otros países. España nos compra para después exportar a todo el mundo. A Argentina le cuesta, por su costo país, entrar con marcas, con botellas o frasquitos. Lamentablemente, lo más difícil es llevar nuestras marcas al exterior. Hay empresas que lo están intentando con mucho trabajo, pero mucho de nuestro aceite está en botellas que tienen otra marca y nadie sabe que se trata de aceite argentino.

De los volúmenes que se exportan, ¿cuánto es aceite y cuánto es fruta? 

Exportamos 50 millones de kilos, aproximadamente, de aceituna de mesa. Y si bien se exportan 28 millones de kilos de aceite de oliva, hay que pensar que se hicieron con 180 millones de kilos de fruta. O sea que la mayor cantidad de producción se destina al aceite. Pero los dos productos tienen que ver con el clima. No es casual que la producción en el norte sea más aceitunera y en el sur más aceitera. Hay climas que favorecen a unas u otras variedades y así se han ido determinando las zonas. Tenemos siempre como socio no solo al Estado con los impuestos, sino al clima y a la tierra. Todo influye en el producto final.

¿Qué pasa con el mercado interno?

El consumo interno creció durante la pandemia. Cuando hubo que quedarse en casa y cocinar, fue placentero ver que el aceite de oliva fue uno de los productos elegidos. La aceituna no tuvo tanta variación. Hoy los dos productos forman parte de la dieta mediterránea y se sabe que son muy buenos para la salud. De todas maneras, no hablamos de un producto básico. Estamos en un país con un 50% de pobres con lo cual no se trata de un alimento esencial. Si el país y la clase media mejoran, crece el consumo de ambos productos. Pero tenemos ganados los mercados externos y lo que no se vende aquí, donde se fracciona, sale a granel al exterior. Sería mejor subir el consumo interno, pero depende de la situación general del país.

¿El interés de los mercados externos despierta inversiones?

En San Juan hay un polo nuevo, que ha crecido mucho en los últimos 10,15 años y en el norte se están reconvirtiendo campos porque los mercados externos están, porque confiamos en que ya mostramos con la calidad que pueden salir. Se ofrecen ambos productos con muy buena aceptación. Muchos productores siguen apostando al mismo producto o tienen oliva y vino. En San Juan se da mucho que tienen oliva y agregan granada. En general todo producto regional provoca arraigo, no solo para el que trabaja sino para el inversor. Uno termina amando el lugar que permite ese milagro, que la planta crezca y dé sus frutos año a año. Con todo lo que cuesta hacer algo en este país, se ama lo que se hace y se siente pasión por eso. 

Volviendo al tema de la mano de obra. El año pasado hubo una norma que permitía trabajar en las cosechas sin perder los planes sociales. ¿Fue útil?

En teoría hubo una modificación para que no pierdan el plan por estar dos o tres meses trabajando. Lo que reclamamos fue mayor difusión porque el trabajador descree de que sea así. De todas maneras, moverse de provincia, es complejo. Las formas de vida de hace cien años no son las de hoy, tampoco para los trabajadores. Hay demasiadas cosas que se chocan para que esto pueda seguir de la misma manera. No puedo decirte si va a haber una solución real y a corto plazo o si las cosas han cambiado. Antes, un jefe de familia se iba de la casa seis meses a trabajar a otro lado. Hoy la sociedad cambió y se espera que la familia pueda estar junta. La tecnología genera que todo se vaya reacomodando. 

El conflicto Rusia-Ucrania está cambiando las relaciones comerciales del mundo. ¿Cómo afecta a esta industria?

El Covid mostró cuán globalizados estamos y esta invasión hizo exactamente lo mismo. Cuando algo relacionado a los combustibles, los fertilizantes, agroquímicos, precios de alimentos o cualquier otro commodity se modifica, afecta a todo el mundo y en 72 horas. Al comenzar la pandemia y por problemas con China, hubo un gran aumento de los agroquímicos y afectó a todos los alimentos. Ahora Rusia y Ucrania dejan de producir. Entonces ¿cuál será el próximo precio de fertilizantes? Esto va a afectar a todas las economías, porque si los conseguimos, va a ser más caro poner lo que la planta necesita. Y si no, se van a caer los volúmenes de cosecha de cualquier fruta. Toda planta perenne que anualmente tiene que dar frutos, si no es bien alimentada, cada año rinde menos. Si uno no invierte en fertilizantes, la planta no da lo esperado. Ahora, si ese fertilizante sube en dólares un 80% como el año pasado, cada productor verá si puede o no puede aplicarlo. Si logra hacer la inversión, va a producir. Si el bolsillo no se lo permite, se le va a caer la producción con lo cual en los dos casos se llega a lo mismo: la suba del precio del producto final. Porque hay menos o porque le costó más hacerlo. Eso va a pasar a nivel mundial. Acá se ve bien claro lo globalizado que está el tema. Nosotros nos esforzamos por hacer lo mejor posible y mostrar la Argentina en el mundo, aunque en todo el mundo el producto es un pequeño porcentaje. Pero somos el principal exportador de oliva del hemisferio sury nos gusta que vean la calidad y la pasión con la que trabajamos.

¿Hay muchas mujeres en la industria olivícola? 

Por ahí no hay tanto en el día a día, en lo que es la poda o el manejo de plantas y cultivos. Pero cuando las mujeres cosechan. Hay muchas trabajando en laboratorios, en la industria de la aceituna de mesa, también en las fábricas. Es una industria que toma hombres y mujeres. Después, hay muchas provincias donde mayoritariamente la mujer es ama de casa. También se desempeñan en cargos directivos. No somos mayoría, pero tengo colegas.

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